9. Cebras [Y el festin de leones]

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[—Hola Mack ¿Como has estado?— preguntó la Dra

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[—Hola Mack ¿Como has estado?— preguntó la Dra. Castro. La pubertad se acercó entusiasmada a abrazarla, tal y como siempre lo hacía. Empezó a sentir como la pequeña olía lentamente su piel, y aunque ya era su costumbre, siempre sentía Los mismo escalofríos.

De tan solo saber que dos sirvientas y su madre habían muerto por canibalismo de parte de la niña, era inquietante saber que analizaba su piel.

—Kyle me pidió que le mostrara esto.— saco unas hojas debajo de su almohada. La doctora observó extrañada.

—¿De dónde sacaste el lápiz y las hojas para hacer esto?— cuestionó a la puberta.

—Edward me los dio. Ahora léalo, ándele.— insistió la niña. La mujer tomó un respiro, seguramente si Kyle se lo había pedido era para el bien de la niña.

—¿Y que opina Edward de que me lo muestres?— preguntó algo ansiosa. La niña negó.

—No lo sé. No creo que le guste, pero Kyle dijo que quería que usted lo leyera, así que...— tiro encogida de hombros. La mujer empezó a ver las hojas.

"Érase una vez, una cebra que quedó huérfana pues unos leones se comieron a sus familia.

La pequeña cebra fue atrapada por los humanos y criada en un zoo.

Un día la pequeña cebra dijo: Ya no quiero estar aquí.

La cebra se liberó y volvió a la sabana.

Después de eso, la pequeña cebra ahora hacia un festín de los leones que cruzaban desprevenidos por ahí. Final Feliz para todos"

Tras leer aquel pequeño relato la mujer alzó la mirada algo temerosa hacia la niña que solo permanecía con una mueca de tristeza.

—¿Sabe? Ya no quiero estar aquí, yo no quiero comida para cebras. Quiero comida para leones.]

Marinette abrió los ojos con algo de dificultad. Se sentía mareada y con una fuerte jaqueca. Trato de respirar profundo, pero la respiración caía entrecortada.

Trago saliva, sentía seca su boca.

En la habitación que se hallaba había poca luz, a penas iluminado por un pequeño foco que colgaba peligrosamente del techo. La pintura agrieta y maltratada, pero al menos no tenía huellas de sangre o de algún retazo de tela.

Sintió algo sujetando con fuerza su cintura, era un vendaje. No tenía fuerzas suficientes como para ponerse como había terminado así.

—Tranquila, estarás bien.— entonó esa voz a un lado suyo. Marinette cerró los ojos exhausta, se sentía asfixiada. Quiso levantarse, pero la herida aún la tenía sin energía.

—¿Que me hiciste, maldito?— gruñó al ver que el castaño se paraba de cuclillas frente a ella. Marinette sintió un escalofrío al saber que el estaba tan cerca. Sus manos dieron paso atrás.— ¿Que me quieres hacer?— formuló más convencida.

En la lejanía //Adrinette//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora