11. Garudamon, el guardián de Isla File

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Lucas, Víctor y Eli no estaban lo suficientemente cansados de la pelea como para no sorprenderse por la repentina (y oportuna) llegada de Garudamon. Se esperaban a alguien formidable, pero aun así no esperaban encontrarlo en ese preciso instante. En un abrir y cerrar de ojos se había dado la vuelta a la tortilla y tenían esperanzas de salir vivos de allí.

— Monzaemon, llévate a Monmon y su amigo lejos de aquí, quiero tener unas palabras con éste.

— ¡Desde luego! — Monzaemon se irguió al oír a Garudamon y se dispuso a cargar a Monmon y Sketchmon sobre sus hombros.

— ¡Con cuidado, ozo amorozo!

— ¡Bieeen! ¡Montatatatamos en un oso de peluche! — gritó Sketchmon con la expresión ">¬<" en su rostro.

— ¡Deja a esos niños en paz, Devimon! — Garudamon le apuntó con un dedo amenazante.

— ¡No te metas, pajarraco! ¡Estos mocosos ya son míos! ¿O es que tienes que meter tu asqueroso pico en todo, eh, Garudamon?

— Te lo advierto. Si no te detienes ahora mismo, sabes que no te daré ni una opción.

Devimon se giró gruñendo y vio a Lucas levantarse para sacar a Víctor y Eli de allí

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Devimon se giró gruñendo y vio a Lucas levantarse para sacar a Víctor y Eli de allí.

— ¡De aquí no se va nadie!

Nada más puso un pie para empezar a correr hacia ellos con la intención de frenar su huida, Garudamon reaccionó rápidamente y saltó hacia él.

— ¡Garra de Águila! — en un instante su pie aplastó por completo a Devimon con tal fuerza que destrozó el suelo y la entrada de una de las casas.

— ¡Ya está! — animó Sketchmon desde la distancia.

— Sketchmon, ¿todavía no sabez que no se debe decir "ya eztá" durante un combate?

Como confirmando las palabras de Monmon, Devimon logró escapar de la garra que le aplastaba.

— No... ¡no pienso rendirme... no! ¡Venid aquí ahora mismo, gusanos! ¡No he acabado con vosotros!

Las amenazas sólo hacían que los niños espabilaran y echaran a correr aún más rápido.

— ¿Aún sigues intentándolo? ¡Tornado de Fuego! — Garudamon giró rápidamente sobre sí mismo creando literalmente un huracán de llamas que absorbió a Devimon, abrasándolo de nuevo y estampándolo contra una pared. Garudamon se detuvo y lo atrapó con una de sus garras — ¡Ya es suficiente!

— ¡No, NO! ¡SUÉLTAME!

— No pienso dejar que les hagas más daño, ¿me oyes? Tus fechorías se han terminado.

— Si quieres que me detenga... entonces mátame — Devimon le dedicó una rabiosa mirada de desafío. Parecía hablar muy en serio.

— ¿De verdad no te arrepientes de nada?

Digimon Extend I: La leyenda de los niños cambiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora