Apenas empezaba a apreciarse la mañana cuando Garudamon ya se despertaba. Era costumbre suya ser el primero en levantarse, por muy cansado que estuviese.
Desde que el equipo Extend se fue al continente Client, Cubmon siempre le pedía que le entrenara lo más duro posible. Estaba más activo que nunca, y aprendía cada vez más deprisa. No quería reconocerlo, pero le estaba cogiendo cierto cariño. Cubmon siempre daba lo mejor de sí mismo, y se esforzaba mucho por no decepcionar en su entrenamiento. Después de un día subiendo el monte Mugen, accedió a llevarlo a pasar la noche en la aldea Yokomon. Los pequeños Digimon rosa ya se llevaban con él estupendamente, como si fuera uno más.
Aún hacía algo de frío. Todos dormían tranquilos y en silencio. Pero faltaba algo.
No oía los sonoros ronquidos de Cubmon.
Se agachó para mirar dentro de la pequeña cabaña donde le vio acostarse, pero él no estaba allí. En su lugar había una piedra sobre una hoja de papel escrita con un profundo color fucsia.
Al "guardián" de Isla File.
Espero que no te importe que uno de mis Devidramon se llevara a tu minino. ¿Cubmon, era? Sí. Pero ¡eh! Es justo, ¿no? Tú me has fastidiado mis planes dejando a Devimon hecho polvo, a pesar de que no era asunto tuyo. Así que ojo por ojo, diente por diente.
Yo no puedo dejarlo en mi posición porque tengo cosas que hacer. He preferido llevarlo mejor al castillo de mi amo. No sé qué podrá hacerle... quizás quieras pasarte por allí, a lo mejor tienes suerte y consigues que no lo mate. O algo peor.
El castillo está al sur del gran desierto de Client. Sé que sabes dónde está. Tú sabes... muchas cosas. Demasiadas, tal vez. ¿Te crees que no te he estado observando? Por favor.
No es nada personal, Garudamon. Son gajes del oficio. Pero no te equivoques: te odio, y mucho. Y Cubmon también te odiará si no logras rescatarlo a tiempo... qué pena.
Mis peores deseos,
Lady ♥
Horas más tarde, el equipo Extend subía a un enorme acantilado con bastante prisa. especialmente Monmon.
— ¡Corred, insenzatoz! ¡Ezta Opossummon eztá loca! ¡No miréiz atrás!
Pisándoles los talones, los seguía una Opossummon riendo a carcajadas.
— ¡Vaaamos! ¡Sólo quiero un autógrafo! ¡Soy tu mayor fan, Monmon!
— ¡No intentes escapaaar! — canturreó — ¡Bomba de Globos Locos!
Monmon saltaba de un lado a otro evitando los globos explosivos, intentando no tropezar con las rocas.
— ¡QuéQuéQué público tan efusiiiivo tienes, mona!
Los niños se limitaban a correr sin hablar. Iban muy por detrás. Jamás habían visto a Monmon correr tan deprisa.
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Digimon Extend I: La leyenda de los niños cambiantes
FanfictionEl mundo como lo conocemos va a cambiar. ¿Pero está preparado para hacerlo? En el año 2003, siete meses después de que los niños elegidos de todo el mundo se unieran para vencer a MaloMyotismon, tres niños de diez años descubren que tienen dispositi...