25. Batalla en los dominios de Goupemon

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Entre el lago Threadpool y el castillo que se alzaba frente a las montañas que quedaban más al sur tan sólo había una extensa llanura de silencio. Un silencio que separaba dos sinfonías entonadas en ambos extremos del lugar.

En un extremo resonaban los gritos de cientos de soldados y ex-prisioneros. Gritos de júbilo, gritos de dolor, gritos de guerra. Poco a poco, a medida que pasaba el tiempo, algunos de ellos se iban apagando. Y muchos callaron nada más vieron llegar a una sombra con dos espadas, dispuesta a detener la revuelta a toda costa.

En el otro extremo reinaban las risas. Risas de reencuentro, risas de esperanza, risas de cosquillas.

— ¡Para, paaara, que me vas a dejar sin aliento! — decía Víctor en el suelo, a punto de llorar de tanto reír.

— ¡Uf, yo no puedo más, te lo juro! — suspiraba Lucas pasándose las manos por el pelo.

— Ey, vosotroz dos, dejadla en paz ya, que tenemos que guardar fuerzas, ¡no gastarlaz!

— ¡Es ella la que no para! — se quejaba Víctor.

— Déjalos, mona, hace tiempo quequeque no se divieeerten juntos... ¿No son adorables? — Sketchmon los observaba con un "^w^" en la pantalla.

— Serían más adorablez si dejazen las tonteríaz de una vez.

— Guau, guau... monamona, ¿te pasa algo? Te veo algo... agresiva...

— ¿Eh...? Oh... — Monmon se miró la muñeca con cuidado, deseando que la marca fuese una imaginación suya, pero ahí estaba, como una sentencia, inamovible — Lo ziento. Últimamente no zé lo que hago. A ver, Zudomon, ven aquí un momento...

Ceresmon resultó tener alimento más que suficiente para todos los allí presentes. Una vez hubieron tomado lo suficiente y todos comenzaron a recuperarse, se redujo hasta convertirse en el travieso Digimon que estaba jugando con Lucas y Víctor.  

— ¡Tiiikitikitikitikitikitiki! — se reía Tikitimon, ondeando sus dos apéndices con gracia

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— ¡Tiiikitikitikitikitikitiki! — se reía Tikitimon, ondeando sus dos apéndices con gracia.

— ¡Vale, vale! ¡Tiempo muerto! — Lucas se levantó, haciendo una T con las manos — Hora de comer un poquito más. Abre la boca, ¡aaaaaa....!

— Aaaaa...

Lucas puso en la boca abierta de Tikitimon el último pedazo de tarta de frutas. El bebé lo engulló con mucho gusto, entrelazando sus dos apéndices de lo bueno que estaba. Y es que la comida que daba el frondoso bosque de Ceresmon era precisamente eso, dulces y frutas, pero había algo diferente en ellas. Al comerlas, todos habían recordado la sensación de comer en casa. Era un tipo de deliciosidad que calaba, en ella podía notarse la generosidad y el amor con el que crecían.

— Lucas... creo que esto era lo que necesitábamos — comentó Víctor.

— ¡Sí, y que lo digas! En unos momentos ya estoy completamente recuperado, ¡es un milagro! No sabía que Eli pudiera tener un poder que molase tantísimo.

Digimon Extend I: La leyenda de los niños cambiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora