—Ah, demonios, se ha roto.
En cuanto esa frase salió de su boca, Justin Bieber hubiera querido recomponerla para que sonase mejor. Pero, ¿cómo se le dice elegantemente a la mujer desnuda que uno tiene sobre las piernas que el preservativo acaba de sufrir un catastrófico fracaso?
Aquello no debería pasarle a dos adultos por encima de los treinta años.
—¿Cómo que se ha roto? —exclamó _______. El aliento femenino en su pecho despertó otra corriente de pasión, aunque no debería después de un fin de semana de sexo maratoniano.
Justin miró a su amiga de seis meses y amante de tres días. Años de práctica veterinaria lo habían preparado para caballos hostiles y gatos furiosos, pero en aquel momento no se sentía preparado para lidiar con el posible embarazo de _______ McDermott.
Y recordar a la hija que había perdido le resultó en aquel momento más duro. No quería pensar en coletas, muñecas Barbie… coronas funerarias.
—Eso es lo que he dicho —suspiró Justin, pasándose una mano por la frente para secarse el sudor, a pesar de ser una fría mañana de enero—. Se ha roto el preservativo.
—No puede haberse roto —protestó ella, asustada, mientras se incorporaba para taparse con el vestido.
—Te lo aseguro.
—Sé que un preservativo sólo tiene un noventa y seis por ciento de fiabilidad, pero ese cuatro por ciento de error sólo le pasa a los idiotas que no saben usarlo.
—Pues me parece que esta noche los dos, que somos idiotas por lo visto, nos hemos cargado la estadística —Justin se agarró a la barandilla del barco.
_______ lanzó un bufido para apartar el flequillo y luego, como seguía teniendo el pelo en la cara, se pasó la mano por la melena de color caramelo.
—¿Seguro que el preservativo no se ha enganchado en un anzuelo o algo así?
—_______ —Justin la tomó por los hombros—. ¿Crees que no me habría dado cuenta si se me hubiera enganchado el preservativo en un anzuelo?
—Sí bueno, es verdad. Pero es la última vez que tú te encargas de comprar preservativos. A saber qué marca habrás comprado. Él soltó una risita.
—Pues es uno que había en tu mesilla —dijo, poniéndose los vaqueros—. Ya que habíamos usado todos los míos…
El ruido de las olas golpeando el casco del barco llenaba el silencio mientras _______ se ponía su ropa interior de encaje.
Justin hizo una mueca. La suya era una amistad entre personas opuestas: _______, con su ropa interior de encaje y él con camisas de franela y pantalones vaqueros. Pero era una amistad que había aprendido a valorar durante los seis meses que habían pasado desde que vendió su clínica veterinaria en Dakota del Norte y se mudó a Charleston, Carolina del Sur, lejos de los recuerdos de su hija y su ex mujer.
Sin embargo, a pesar de haber buscado una existencia solitaria e itinerante viviendo en un barco, cada vez más a menudo se encontraba yendo al restaurante Beachcombers para probar la comida de _______, tomar un vaso de té frío y ver su dulce sonrisa.
Pero ella, de repente, sólo parecía interesada en abrocharse el vestido.
—Los preservativos que había en mi mesilla eran viejos. Hace tiempo que no me acostaba con nadie.
—¿En serio?
—En serio.
Justin la apretó contra su pecho y ella se resistió un poco… antes de ceder.
—No tengo ninguna enfermedad de la que debas preocuparte, si eso hace que te sientas mejor.
—Yo tampoco. Y no es ninguna sorpresa, dado que no tengo vida sexual.
—¿Hay alguna posibilidad de embarazo?
—Mejor no te lo cuento.
—Sí, bueno, vamos a dejarlo.
La idea de que estuviera embarazada le daba pánico, pero _______ merecía que la animase un poco.
—No hay por qué ponerse nervioso sobre algo que podría no pasar. Hablaremos de ello si hace falta, pero quiero que sepas que estoy contigo.
_______ lo miró en la oscuridad, esperando… ¿qué? Finalmente, sacudió la cabeza.
—Como tú mismo has dicho, ya hablaremos.
Luego tomó su jersey y saltó al muelle para volver a su restaurante-casa, en primera línea de playa.
Abrochándose la cremallera del pantalón, Justin la siguió hasta allí. Estaban ya en enero, pero las luces navideñas de algún comerciante olvidadizo iluminaban el camino. Pensó por un momento dejarla en paz, pero le debía un favor por devolverlo a la vida después de estar varios años con el corazón anestesiado.
Y eso significaba que no podía dejarla ir así como así. Mientras la seguía, intentaba abrocharse la camisa, pero le faltaban algunos botones… fruto de la pasión de _______.
—Espera un momento.
Iba sin zapatos, pero le daba igual. No podía dejar que el fin de semana terminara así.
—Espera un momento, _______. Sé que necesitas que diga algo, pero la verdad es que no se me ocurre nada.
La tensión de sus hombros lo alarmó. _______ estaba más que enfadada. Estaba asustada. ¿Qué miedos tenía que no había compartido con él?
Y qué momento para darse cuenta de que no eran amigos de verdad, que no sabían mucho el uno del otro. Sólo eran compañeros de bar que habían compartido cama.
—Mira, Justin, déjalo.
—Eres la mujer más exasperante y más increíble que he conocido en toda mi vida. Pero a mí no se me dan bien las palabras bonitas.
Ella lo miró, con la barbilla levantada.
—Quiero estar sola. Pero te prometo que te lo diré si…
No tenía que terminar la frase. Su expresión lo decía todo. No podían volver a verse por el momento y eso lo disgustó más de lo que le habría gustado reconocer.
—Muy bien. Estaré esperando noticias tuyas. Ya sabes dónde encontrarme. Y luego se alejó de _______, de su perfume, de su sonrisa.
Cuando la vio entrar en el restaurante tuvo una sensación de deja vu. ¿Cuántas veces tendría que ver a gente que le importaba desapareciendo de su vida?
Casi era mejor estar anestesiado.
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Todα tuyα - Justin Bieber y Tu
FanficArgumento: El resultado de aquella aventura de fin de semana permanecería en sus vidas para siempre... Tres meses después de su apasionado romance con Justin Bieber, ________ McDermott descubrió que estaba embarazada. Sabía que si se lo contaba, él...