¡Qué pésimo sábado!
El cielo plúmbeo, preparado para vengarse sobre nosotros, simples mortales, estaba ahí, sobre mi cabeza, casi queriéndome escachar. No tenía nada planeado, al menos no hasta bien avanzada la tarde, pero sin el sol era inútil ir a sacar algunas fotos, así que decido salir a dar un paseo, no muy lejos de casa, porque, con aquel cielo, y dada mi mala costumbre de no coger el paraguas, seguramente me empaparía de la cabeza a los pies.
Me siento en un banco. La noche había sido particularmente agitada. Apenas había cerrado los ojos, una imagen se había presentado ante mí: la boca de Regina.
Sus
Labios
Rojo
Fuego
Estaban ahí, plantados en la zona más improbable del cerebro. Y no sabía cómo diablos hacer para que desaparecieran. Por ese motivo me había despertado de mal humor. Había dormido poco y mal, parecía que tuviera algo sin resolver, y cuando eso sucedía, el sueño no hacía acto de presencia.
Ahora sentada en el banco mirando dos perros que jugaban, las primeras gotas comenzaron a caer.
«Perfecto» digo en voz alta. Respiro profundamente y comienzo a correr, con la certeza de que llegaría empapada a casa. Decididamente pésimo día. Doy la vuelta la última esquina con un paso digno del mejor velocista y de frente veo a Regina.
Me paro. Plantada en mi posición. Estaba maldiciendo porque se le había roto una bolsa y la compra se había caído en la acera. ¿También cuando llovía se ponía tacones? Pero, ¿por qué? Bueno, al menos no tenía falda, sino pantalones.
Negros
Muy ajustados.
Emma déjalo
Estaba visiblemente en apuros, así que apresuro el paso para recoger algunas cosas (veía naranjas rodar), mientras ella dejaba las bolsas dentro del edificio, al lado de la puerta. Cojo el pan y las naranjas que casi acaban debajo de un coche, y escucho su voz pronunciar mi nombre, casi temblando. Le devuelvo el saludo y la observo. Tenía el peinado completamente deshecho, los cabellos pegados a las mejillas, con un mechón que le cubría un ojo.
«Los cabellos al estilo Morticia Adams, aunque cortos, le quedan bien»
¿Por qué le había hecho un cumplido? Debía abandonar esa posición. De rodillas, bajo la lluvia, con aquella mujer veinte centímetros de mi nariz. Me levanto y corro rápidamente hacia la entrada, para al menos, evitar la lluvia. Meto todo lo que tenía en la mano en una de las bolsas, pero algo no cuadraba: ella estaba todavía fuera.
«¿Quiere coger un resfriado?» Mis palabras la sacan del estado de ensimismamiento en el que parecía haber entrado.
Me da las gracias gentilmente por haberla ayudado y nos acercamos al ascensor, ella lenta y retrasada con respecto a mi paso. El ascensor es definitivamente pequeño. Y entre su bolso y el mío, y las bolsas que llevábamos, la única solución era estar con las piernas abiertas para no perder el equilibrio, y nuestros hombros rozándose.
Una ligera agitación en el pecho. Seguramente tenía frío.
Pero haberla encontrado ha cambiado mi día. No sé por qué. No sé explicarme esta sensación, pero haberla visto de nuevo me había dado...placer. Me ciño la chaqueta, confusa ante esos pensamientos y finalmente, después de tres pisos, llegamos a destino.
Acercándose a la puerta, comienza a buscar sus llaves, que, claramente, no encuentra rápido. Lograba ser perfecta y torpe al mismo tiempo. Me daba la espalda, como si no quisiese que viera que tenía problemas. Retrocedo un paso para dejarle espacio, y triunfante saca las llaves del bolso, abre la puerta y duda antes de girare. Cuando lo hace, me deja con la boca abierta.
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For fair, for love
FanfictionTraducción del ficn italiano del mismo nombre escrito por martaparrilla. Se trata de un AU. Emma y Regina viven en el mismo edificio, y lo que comienza siendo una tensa relación, se va convirtiendo poco a poco en una bonita historia de amor. En cada...