Regina

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Cierro el horno después de haber metido la tarta de manzanas rojas, mi preferida. El asado y al arroz con verduras están listos y en caliente.

Falta poco más de una hora para la llegada de Emma y todavía no he decidido qué ponerme. Quizás nada, para facilitar las cosas. Se me escapa una sonrisa. No logro sino pensar en sus manos en mi cuerpo. Ha llegado a ser casi una obsesión...y estos tres días alejadas de ella me han hecho comprender que no deseo otra cosa sino estar cerca de ella. Pero en el fondo ya lo sabía. ¿Sería lo mismo para ella? Improvisamente me duele el corazón ante tal pensamiento.

Cocina y salón estaban ordenados, las habitaciones también, solo tenía que darme una ducha y...quizás ponerme unos pantalones y una camiseta...pero bajo el chorro de la ducha caliente cambio de idea. Quería estar bella, sexy, absolutamente deseable.

Agarro el albornoz rojo fuego y me lo pongo. En la habitación miro los dos vestidos que me había llevado. Uno negro y otro azul noche. Finalmente me decido por el negro y me pongo la ropa interior del mismo color. Arreglo el vestido y me pongo los zapatos. Sí, estaba lista.

Termino de maquillarme y apago el horno. Oigo el ruido de un coche acercarse...era ella. Me siento y espero a que toque.

Tres golpes llenan la estancia. Lentamente y con el corazón presa de una frentica agitación, me dirijo a puerta y la abro.

«Hola» me dice maravillosamente calmada.

Me quedo encantada y fascinada por su sonrisa. En la mano llevaba una caja de lo que parecía ser un pastel y en la otra una bolsa.

«Hola, entra» digo devolviéndole la sonrisa. Me ruedo hacia la derecha para dejarla pasar y cierro la puerta a mis espaldas.

Lleva pantalones negros ceñidos que no dejan espacio a la imaginación. Marcan perfectamente su trasero. En los pies zapatos abiertos de color verde, que conjuntan con su camisa, ligeramente escotada y...no me parece haber visto el sujetador. Se acerca a la mesa y deja la bolsa y la tarta.

Después se gira hacia mí.

«Tengo el bolso en el coche» dice rascándose la frente. En ese momento su voz me hace volver a la realidad.

«Vale...sin embargo antes...» me acerco a ella y le cojo las manos

«¿Cómo puedes ser tan condenadamente bella?» se enrojece antes de acercarse y besarme.

El sabor de sus labios.

En casi dos semanas no había todavía encontrado palabras que describieran dignamente el sabor que solo ella tenía. Acaricio sus brazos hasta tomar su rostro entre las manos. La respiración comienza a faltarme, su perfume afrutado me hace perder el control. Deslizo mis manos bajo su camisa, acaricio la espalda, perfecta, musculosa. Muerdo su labio y siento su mano tomar mi pecho.

«¿Crees que lograremos comer lo que he preparado?» digo casi sin aliento entre beso y beso

«Solo si no queremos escuchar esto» coge mi mano y la apoya en su pecho. Su corazón parecía querer explotar. Su boca desciende por mi pecho. Retomo su rostro entre mis manos para poder mirarla.

«Es hermoso tenerte aquí. Esta semana ha sido muy larga»

«Dímelo a mí» me susurra acariciándome la nuca con sus dedos

«Vayamos a coger el bolso...quiero que esta noche sea perfecta y tengo tantas sorpresas para ti» le tomo la mano y la arrastro hacia la puerta

Hoy había una calma surreal en mi jardín. No había nada diferente de lo acostumbrado. A parte de mí. Era yo la diferente.

For fair, for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora