Un fastidioso hormigueo en el brazo me hace abrir los ojos. Ardían muchísimo. Quito despacio mi brazo de debajo de mi cuerpo, intentando reactivar la circulación y la sensibilidad después de haber dormido encima de él algunas horas. Me siento en el sofá y...hela ahí.
La angustia en el estómago y el peso en el pecho. No me daban tregua desde que la había dejado ir de esa manera, sin si quiera explicarle mis miedos, lo que me bloqueaba a pesar de haberme abierto a ella.
Todos los días me preguntaba por qué soñaba con ella, por qué quería verla, por qué simplemente la quería, por qué quería acariciarle la mano como en aquel día. Y las respuestas que yo misma me daba no las comprendía.
Y todos esos pensamientos me estaban literalmente devorando viva. No conseguía ni comer ni dormir. Pasaba los día en la oscuridad con dolor de cabeza, en el sofá o en la cama, sin fuerza alguna, física o mental. Había colocado en la mesa la taza y la bola de nieve que ella había tocado. Permanecía horas enteras mirándolas...hasta que agotada por el llanto, me dormía.
Entraba en la cocina solo para beber agua, a veces para comer su mermelada. No salía si no era por absoluta necesidad. Para ducharme tenía que unir todas mis fuerzas.
Pero después de dos semanas en aquel estado, tenía los nervios a flor de piel. Estaba de pie, con la taza en la mano. La miraba y la olía, buscando su olor...difícil encontrarlo en una taza sucia desde hace dos semanas. La tristeza se convierte en rabia, la mano me tiembla mientras, de nuevo, toda la escena desfila delante de mis ojos, hasta que lanzo la taza contra la pared, frente a mí, bajo la ventana, haciéndola pedazos. De repente, acompañado de un grito, la bola de nieve tiene el mismo final.
Solo en ese momento me doy cuenta de que había hecho pedazos lo único que me unía a su recuerdo.
Me agacho al lado de los pedazos de vidrio, mientras las lágrimas vuelven a humedecer mis ojos. Cojo un trozo y lo aprieto fuerte entre las manos. En ese momento, mientras las primeras gotas de sangre caen al suelo, escucho el timbre.
Una voz que me llamaba.
Era ella. Me había escuchado.
Abro la mano haciendo caer el trozo de cerámica. Y comienzo a caminar a paso rápido hacia la puerta, mientras ella amenazaba con llamar al portero.
Abro la puerta al vuelo. Visiblemente asustada, la miro por algunos segundos
«Sabía que vendrías a salvarme»
Desde ese momento fue un continuo seguir sus movimientos y sus órdenes. Me coge con fuerza el brazo de la mano que poco antes había herido. La sangre chorreaba, sentía algo húmedo.
Estaba aquí conmigo. No lograba creerlo, no lograba hablar.
Me dejaba sacudir y limpiar. Cuando logro entender alguna palabra, saco la mano que había puesto bajo el agua. Me grita que no la mueva y yo obedezco. Solo sentía el corazón galopar y la cabeza explotar. Percibía su perfume difundirse a mi alrededor. Pero no conseguía mantener su mirada. Estaba demasiado cansada.
Improvisamente grita mi nombre y me da una bofetada, haciéndome reaccionar. De nuevo las lágrimas. Permanezco quieta en mi posición, sintiendo por primera vez cómo mi mano herida palpita y arde. Me envuelve entre sus brazos y he sentido que allí podía derrumbarme definitivamente.
Estaba cuidándome. Me consolaba, intentaba comprender qué me había sucedido. Yo temblaba de miedo, de cansancio y de frío. Y ella lo había comprendido. Buscaba entre mis cosas un pantalón para que me lo pusiera.
Continuaba preguntándome por qué estaba de esa manera y yo estaba totalmente sin fuerzas. La tenía al lado y no lograba si quiera tocarla sin sentirme culpable. Se había marchado para hacerme una tila, o al menos eso creía haber comprendido. Mis oídos estaban fuera de esa estancia, todo lo escuchaba como muy lejano, encerrada en una campana de cristal, con mi deseo, irrealizado, de escuchar lo que pasaba fuera.
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For fair, for love
FanfictionTraducción del ficn italiano del mismo nombre escrito por martaparrilla. Se trata de un AU. Emma y Regina viven en el mismo edificio, y lo que comienza siendo una tensa relación, se va convirtiendo poco a poco en una bonita historia de amor. En cada...