Tu Mismo

470 14 0
                                    

Te incomoda el cuerpo que habitas, y no porque te sientas mal con él, pero cuando hay una situación donde crezca en ti la angustia y la desesperación sientes una infinita picazón. Sientes incontenibles deseos de rascarte la piel hasta abrir el tejido y sacar tu alma. Abrir casi todo lo biológico.

Tu corazón se desocupa de cualquier sentimiento, una seriedad grande llena tu rostro, un silencio retumba en toda tu cabeza y en tu alrededor.

Y solo te quedas ahí, parado, sentado o donde quiera que estés pensando.

Odiando el silencio... escuchándolo, y nadie lo entiende, nadie es capaz de hacer algo... Nadie lo sabe.

Miedo, agonía, temblor, preocupación, miedo agonía... ira. Nada.

Quizá todos ya están así. Muy en su interior. Pero uno elige que hacer, uno no puede exterminar todo lo malo, puede aprender a vivir con ello. Crear un balance. Porque no puedes evitar que cosas malas ocurran, al menos en la mayoría.

Te da miedo creer que eres más de lo que crees que eres. Temes que la soberbia de gane, que te confíes en momentos decisivos.

Te odias a ti mismo.

Calor. Intensidad. Escozor.

Ser verídicos, es como no existir.

No puedes luchar por siempre Mizpah, no puedes enfrentar todos tus miedos a la vez, no puedes alejarme de ti dejándome de hablar solo porque piensas que tu alma se vuelve vulnerable y controlable cuando estoy a tu lado.

No puedes dejarme solo porque te duelen tus sentimientos.

Pero aquí estamos.

Amándonos aun así, mientras sangramos... mientras morimos lentamente.

Mizpah...

Todos tenemos un demonio dentro, un océano o un pozo. Donde te adentres, es donde te quedaras.

El alma escapa del cuerpo cuando se prepara para por fin volver a casa ¡Volvamos a casa! ¡Volemos y seamos libres! ¡Corramos y disfrutemos! ¡Por favor!

Yo solo quiero irme a casa.... Contigo.


AmbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora