Capitulo 4

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Llegue a él seto en forma de mano abierta con anillos y me metí en la pequeña alcantarilla utilizando mi pasaje secreto, antes se me hacía difícil caber dentro de la pequeña obertura pero ahora se me antojaba una misión imposible. Pasaron los minutos y nadie vino en mi busca, mire mi reloj de pulsera y agradecí que no hubieran clases hasta pasado mañana, eran las 8-30 y las clases empiezan a las 8-00, rece por que los próximos días no me persiguieran. "Ese idiota de Julio y sus matones, cucarachas sin cerebro, todo es por su culpa. ¡¿Cuándo piensan dejarme en paz?! Aunque fuera verdad lo que escuche ayer, no tienen derecho a portarse así conmigo" golpee con furia la pared y una grieta apareció donde había dado el puñetazo "Esto está en peor estado de lo que pensaba" Un poco más tranquilo mire a mi alrededor y vi con sorpresa el pequeño gravado de un cuerpo desnudo, el gravado tendría un tamaño de ente 10 y 15 centímetros y fijándome mejor pude ver que es su brazo izquierdo llevaba puesto un brazalete, sin lugar a dudas ese era el brazalete de mi pesadilla " ¿Qué demonios está pasando?"

Salí del escondite y me sacudí el polvo mientras me sentaba en un banco cercano "Averiguare que está pasando, porque he cambiado tanto, de donde viene mi collar y por qué hay un gravado de el brazalete de mi pesadilla en una alcantarilla de mi escuela. No sé cómo ni cuándo, pero lo averiguare" Paso por mi mente la idea de que a lo mejor siempre había estado hay, que lo había imaginado todo y estaba loco, o quizás seguía durmiendo... Borre instantáneamente estas ideas de mi mente, suspire rascándome lentamente la mejilla y decidí ir primero a desayunar, luego ya pensaría que hacer.

Con un nuevo objetivo en mente, me dirigí hacia la cafetería por un camino secundario de los jardines que pasaba por detrás del aula de tecnología. Miraba las puertas a mis laterales, mientras caminaba por el pasillo que conectaba con la cafetería, estas aulas eran para descansar y por norma general nadie las habría sin llamar antes. Un dato interesante: si después de llamar te contestaban dos golpes rápidos y uno lento era mejor no entrar, después de todo a todo el mundo le molesta que te interrumpan durante los cortos espacios de tiempo que puedes estar a solas con tu pareja en este internado "en mi opinión es más fácil, encontrarse en la habitación de la chica, allí seguro que nadie te molesta".

Las enormes puerta de cristal a la cafetería emitió un delicado pitido en cuanto el detector sobre esta me detecto, entre fijándome con cuidado de que realmente hubiera conseguido huir de mis perseguidores y no me hubieran estado siguiendo silenciosamente todo el tiempo, espere como siempre 13 segundos, feliz de mi suerte entre en la cafetería.

Una amplia sala saturada de alumnos se abrió ante mí, la sala tenia cada pocos pasos mesas triangulares que podían alojar entre 8 y 10 personas, me detuve un instante y respire con satisfacción el olor que venía de las cocinas "patatas?..." el olor ya hacía que mi estómago rugiera con impaciencia. Estaba tan obsesionado por comer una enorme ración de patatas fritas que no se me ocurrió mirar quien estaba en la cola para servirse las patatas y me choque, con un fuerte impacto directo cabeza contra cabeza, con Julios.

-Ayayayayyyy...- Me queje entre susurros mientras me rascaba la cabeza "de seguro que mañana tengo un chichón enorme..." cuando abrí los ojos me encontré con la mirada diabólica de Julios, era una mirada creada para fulminar como un rayo láser a millones de grados centígrados, pero por desgracia para él, tener la cara y el cuerpo llenos de patatas fritas con kétchup, no ayudaba a la imagen terrorífica de su mirada. Después de reírme unos 2 minutitos durante los cuales la cafetería mantuvo un silencio sobrenatural y la mandíbula de Julios estaba tan tensa que amenazaba con descolocarse en cualquier momento, recobre la compostura. "Saito tranquilízate y comprueba la situación con calma, no será tan malo como parece en un principio... Hambriento y desesperado por comer patatas fritas te has chocado con el monstruo de Julios, le has tirado una bandeja con patatas y kétchup que llevaba, manchándole todo el cuerpo, y luego en vez de disculparte, coges y mirando la mirada de odio de ese degenerado te has reído mas de un minuto señalando una gota de kétchup que le caía por la nariz... Amigo, estas muerto." Trague saliva y me aleje un paso de mi enemigo, este cerro los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos y dio un paso hacia mí, continuamos este juego donde yo me alejaba un pasito y él se acercaba una zancada durante unos segundos silenciosos, en los que ni un alma de los 60 estudiantes que comían en la cafetería dijeron nada, ni las monitoras que servían las patatas emitían ningún ruido, había un silencio aterrador en el aire, un ambiente cobarde.

Supe que había muerto en cuanto note como mi espalda chocaba contra la pared, Julios sonrió de manera prepotente, apretó aún más sus puños, me miro una última vez con infinito odio y levanto su brazo izquierdo como un látigo, su puño volaba con una trayectoria perfecta justo hacia mi nariz, donde me haría más daños y había más probabilidades de romperme algo, el tiempo prácticamente se detuvo, veía como el puño de mi enemigo se me aproximaba milímetro a milímetro, al otro lado de la sala, unas chica agarraban a Patricia mientras esta intentaba soltarse, gritando, rompiendo el enrarecido silencio, con gritos desesperados. Pero yo ya no la oía, solo escuchaba el silbido del viento contra el puño del monstruo. Si... frente a mí ya no estaba Julios, era mi pesadilla, siempre fue el monstruo con ojos de zafiro. "¿Cómo no me di cuenta antes?"

El tiempo fluía tan lento que podía verlo todo, la sonrisa de Julios, las lágrimas de Patricia, el aire en movimiento fluyendo alrededor de la gente

-"Destrózalo..."- susurro una voz en mi cabeza- "Aniquílalo, destrúyelo, bórralo, humíllalo, mátalo, mátalo, mátalo, mátalo, mátalo..."

-"Si... Él es mi pesadilla, él quiere matarme..."

-"Destrózale antes de que él lo haga, pero hazlo sufrir..."

-"¿Cómo?"

-"Humíllalo, ante el mundo, frente a el mismo, hazle saber que es un perro, que todos son chuchos hambrientos de poder, enséñale que no hay democracia, que no hay libertad, enséñale el castigo a los perros que ya no nos sirven!"

-"¿Y entonces yo que soy? ¿Soy un chucho o un hombre?"

-"No, tu eres un monstruo, yo soy TU"

El puño de Julios seguía en la misma posición que al principio, volando hacia mi cara violentamente, el rostro del dueño del puño tenía una bonita sonrisa malévola y satisfecha en sus labios, la gente de mi alrededor apartaba la mirada de nosotros o nos miraba con los ojos abiertos, solo Patricia tenía una cara de pánico en el rostro, y solo a ella la sujetaban el resto de los espectadores.

-"HUMILLALO!"

Sonreí salvajemente, y agarre el ralentizado puño de Julios ¿o es que yo estaba acelerado? Lo estruje con todas mis fuerzas y con la otra mano aprisione su cuello con fuerza, y entonces el tiempo volvió a fluir con normalidad. Julios estaba agonizando por mi mano izquierda, estaba a medio metro sobre el suelo, ahogándose lentamente, mientras yo le sonreía como un verdadero loco, su mirada emanaba un dulce miedo a la muerte y desesperación que hacían crecer mi sonrisa más y más, el mundo a mi alrededor y su gente había enmudecido en la sorpresa del cambio de tornas. Solo escuchaba los cada vez más cortos jadeos del hombre asfixiándose como un perro asqueroso y débil frente a mí, y una sonrisa salvaje en mis labios recibía felizmente cada vaga luz mortecina que reflejaban sus aterrados ojos, y disfrutaba ver como esos ojos se apagaban poco a poco... Y la voz, la voz de mi cabeza reía con fuerza y satisfacción, y con cada risa mi colgante palpitaba más fuerte, jovial, disfrutando el momento. Pero no buscaba la muerte del perro, solo la humillación, los perros tienen que aprender cómo tratar a su amo, y si intentan morder aprender el castigo, y el castigo de este chucho en concreto, no era más ni menos que la absoluta humillación. Solté el cuerpo que agarraba con mi mano izquierda del cuello y acaricie las muescas con la forma de su garganta en la palma de mi mano, el perro me miraba con terror, su rostro de tez violeta gritaba por una minúscula cantidad de oxigeno más, un putrefacto olor flotaba en el aire, mire a mi alrededor y vi como el chuco se había cagado encima rociando el suelo con sus heces, la gente se tapaba la nariz y la boca, pero nadie podía dejar de mirar ni podía habar, Patricia ya no luchaba miraba atónita a mi rostro, a mi sonrisa, a la sonrisa de la voz del colgante, a nuestro nuevo rostro. Mire una última vez a mi nuevo perro, me limpie un rastro de saliva de la muñeca y borre la sonrisa de mis labios, con una expresión fría como el hielo, le mire a los ojos y le dije al oído, donde nadie más podía escucharnos:

-Estas podrido, el mundo apesta por la mierda que nos hechas a todos, justo como ahora, mira cómo has dejado el suelo perro asqueroso, de ahora en adelante no eres más que mi chucho particular, no me apetece tener que volver a enseñarte otra vez tu lugar, así que haznos un favor a todos y limpia este desastre antes de que vuelva.-

Me erguí y camine lentamente hacia la salida, nadie me detuvo, y nadie hablo, y así entre en mi habitación, cerré la puerta con llave, me tumbe en la cama y dormí.

Nosotros entre YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora