Capitulo 12: El despertar del segundo acto

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El joven caminaba por el largo pasillo sin preocuparse por las miradas que le seguían, nubes de tormenta retorcían entre sus finos brazos los rayos de luz que bañaban su fría tez. Llevaba en un collar de fina plata lo que parecía ser un zafiro del color de las oscuras marismas del océano, su sombra avanzaba tras el como una guadaña sobre el trigo, segando la luz tras el con una infinita oscuridad.

Los alumnos, ataviados con sus uniformes de invierno murmuraron palabras de significado oculto en aposición al esotérico ente que avanzaba frente a ellos, una pareja de amigos reía frente a la puerta de la cafetería, un chico que aparentaba unos quince años golpeo juguetonamente en el hombro a su amigo, y este apoyo su brazo en su hombro mientras reían.

Frente a los gélidos ojos del joven estos simplemente callaron, mordiendo sus lenguas, cerrando las cremalleras de sus labios, agachando la cabeza en profunda señal de respeto y abriendo para el visitante las transparentes puertas de la cafetería con reverencia. La fría mirada observaba como los sujetos frente a él cuidaban su respiración y ocultaban su necesidad de temblar, de tragar saliva o simplemente marcharse, pero lo que hizo sonreír a los iris de glaciar fue la inquisitiva duda en los jóvenes amigos, querían verlo, pero temían verlo.

El amo del ojo de zafiro avanzo sin decir una palabra y observo el suelo frente a él. Había silencio, era hora de comer y la cafetería estaba llena, pero... El silencio parecía abrazar cada uno de las triangulares mesas y acariciar los corazones de los comensales con cierta ternura y crueldad.

"Aquí fue donde humille al perro, aquí fue donde me acepte a mí mismo..."

El joven se dio la vuelta y bajo la atenta mirada de aquellos que lo rodeaban desapareció de la sala como la brisa que avecina una tormenta justo antes de iniciar los vientos del cambio.


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