Saito se desperezo en la cama, sujetándose la cabeza algo mareado, cuando abrió los ojos lo primero que le llamo la atención no fueron las llamas que le rodeaban, ni las sirenas que tronaban, ni tan siquiera las voces de los maestros entre los chillidos de la multitud... Fue la sangre, sus dedos reseguían los cortes en sus brazos hasta alcanzar su torso y mientras se sacaba la camiseta observaba las magulladuras, los hematomas, la fuente de colores que era su piel y cuando se cercioró de que eso era preocupante, observo a su alrededor y abrió sus oídos al clamor del caos.
La cama donde estaba recostado ardía en mil llamas y la camiseta que hace tan solo unos segundos extraía de su cuerpo se descomponía en cenizas blancas y grises, su escritorio se desmenuzaba entre crujidos, sus paredes lloraban papel y el techo suspiraba por aquel oxigeno que no alcanzaría. La ventana estaba abierta y por ella un remolino de humo negro se elevaba hacia la noche, aunque a nuestro joven le intereso un poco más el inusitado hecho de que... Bueno, de que estaba ardiendo.
Era interesante ver a las llamas recorrer el cuerpo de uno mismo, acariciando cada hebra de la piel mientras no sientes nada, sonrió, una chispa azul rio al terror de las llamas... y su ser se atraganto en el silencio. Las flamas de puro amarillo y carmesí se arrodillaron ante su presencia, se esfumaron de su piel, temiéndola, y a la vez que sus rodillas se enderezaban sobre las cenizas de su hogar el infierno clamo paz, acongojado por la realidad que del diablo no ha de temer, las llamas bailaban al son del joven que por ellas pasaba, el fuego susurraba ante la piel que devorar no osaba y las flamas crepitaban ante aquel que su alma devoraba.
Aquel que calmaba los infiernos agarro la primera prenda para sus bajos que encontró y mientras vestía su desnudez salió de su habitación, la gente corría en dirección a la cafetería, lugar donde descansaba la salida de emergencias.
"Deberíamos seguirlos"
"¿SIN ASEGURARNOS ANTES DE QUE PATRICIA ESTA BIEN?"
"Puede que ya este en el punto de encuentro..."
-Esta vez me toca a mí decidir inútil. -
"¿Se puede saber que estás haciendo?"
-Si no me llevas ahora mismo a la habitación de Patricia gritare que he iniciado el incendio. -
-Pero qué demonios estas...-
-Tienes tres segundos imbaculus. -
"Espera, espera... No puedes estar diciéndolo en serio:"
"Dos segundos"
"¡Si haces eso nos condenaras a los dos!"
"Un segundo"
"No me lo trago, es un farol."
-Correcto, era un farol. -
-Lo sabía...-
El joven de zafiro en cuello agarro a una joven de unos dieciséis años que andaba rezagada y la empujo a su ardiente habitación, la joven chillo desesperada mientras luchaba por agarrarse a algo, a lo que fuera, buscando una salida invisible entre el infierno donde su carcelero, envuelto otra vez en llamas, la observaba sin ser visto.
"¿¡Que has hecho!?"
"¿Iras a buscar a Patricia?"
"¿¡COMO LO HAS HECHO!?"
"¡PROMETEME DE UNA PUTA VEZ QUE SALVARAS A PATRICIA!"
Se hizo el silencio en la mente que disfrutaba macabramente con las lágrimas de la jovencita, que se evaporaban en segundos mientras el pelo se elevaba en el ardiente aire.
ESTÁS LEYENDO
Nosotros entre Yo
AdventureDespertó con el beso de la victoria en los labios, con la transformación de su carne en la mañana y con la división de su alma en la plata del zafiro. Su vida a dado un giro brutal, nadie es quien dice ser, ni tan siquiera el mismo se conoce... Inic...