Chicas, ¿Qué sucedió? Sólo tres hicieron preguntas...
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El típico sonidillo de la campanita de la cafetería que anuncia tu llegada resuena en todo el lugar, algunos curiosos voltean a ver, otros siguen en lo suyo. Con la mirada recorro el local buscando una cabellera negra entre todas las que hay allí, sonrío al ver una fuerte mano levantada moviendo sus dedos. Repiqueteando mis tacones en la cerámica de la cafetería y una gran sonrisa surcando mi rostro de lado a lado, me aproximo hacia mi padre, él me devuelve la sonrisa y corre una silla para mi.
—Que caballero.
Niega con la cabeza y se vuelve a sentar.
—Siempre lo he sido cariño.
Y claro que lo era, cuando él y mi madre estaban juntos siempre estaban felices y riendo el uno con el otro. No entiendo en que momento todo eso se fue a la basura, mi padre estuvo deprimido durante meses mientras mi madre planeaba una nueva boda y se desentendía de mi.
Me obligué a no pensar en ello y centrarme en la maravillosa tarde que tendría con mi padre. Ordenamos dos cafés y pasteles de chocolate con fresas, en eso mi padre y yo somos idénticos. Tenemos los mismos gustos y nuestro carácter es igual.—¿Te gusta aquí?– Pregunta.
—Es...hermoso, definitivamente no me equivoqué al venir acá. – Asiente y su mirada se llena de tristeza.
—Nena, sé que huiste de casa por la situación entre tu madre y yo. Y realmente lo siento mucho.– Su voz es a penas un susurro que entre el poco bullicio que hay en la cafetería, fue totalmente audible.
—Papá no...
—Lauren, no hace falta que lo niegues nena, soy tu padre y sé perfectamente porqué te fuiste. Yo...sólo pensé en mi dolor cuando tu madre me dejó y te hice a un lado, me arrepiento de haber sido tan egoísta.
Recosté mi espalda en la silla y miré mis manos, tantos recuerdos por los que una vez luché para borrar y ahora...me atacan como si de una guerra se tratara. Y es cierto, en ese entonces yo era una joven de dieciocho años a la cual su madre abandonó y su padre fue un egoísta que sólo vió su dolor, yo estaba mal y lo mejor que hice fue empacar y viajar a Londres para terminar mi último año de secundaria y así ingresar en la Universidad de la ciudad.
Eso fue y es algo que jamás se lo perdoné a mi padre y a mi madre, el haberme abandonado.—No fueron padres.– Dije y lo miré.—Me abandonaron a mi suerte y ni siquiera les importó si iba a estar bien en esta gran ciudad, entonces me di cuenta de que Jess es mi única familia. Yo también sufría papá.– Una lágrima rebelde trazó un húmedo camino por su mejilla derecha.
—Lo sé cariño, lo siento mucho. Yo la amaba y el que ella me dejara fue...devastador.– Dice mirando a la mesa.—Espero que algún día me perdones, jamás volveré a dejarte.
Lo miro, por más que intente odiarlo es imposible. Es mi padre, el hombre que ayudó a que existiera y el que me crió por mis dieciocho años y algunos meses, el que sin importara que, hizo algo que mi madre no se atrevió: Venir acá y pedirme perdón. Y aunque aún me duela el que me haya hecho a un lado en un dolor que los dos pudimos haber compartido y sobrellevado, estoy consciente de que lo que nos sobra es tiempo y no vida, no quiero tener que arrepentirme y llorar horas por no haberlo perdonado en vida.
—¿Crees que puedas perdonarme?
—Sí papá, te perdono.– Sonríe ampliamente y levantándose rodea la mesa y me abraza como cuando tenía seis años y me caía.
Los dos nos dispusimos a comer nuestros apetitosos pasteles que en cuanto mi paladar lo degustó fue como una explosión de sabores y colores en mi boca. El café tenía un sabor único y delicioso, cabe destacar que no pude evitar gemir por la delicia de estos manjares.
—Y...¿Cómo se conocieron Castiel y tú?– Pregunta mi padre bebiendo de su taza de café con leche.
Me tenso y de pronto los malditos nervios me hacen estúpida, empiezo a reír como loca. Como si la pregunta fuera el mejor chiste jamás contado en el mundo del humor, hasta creo que mojé mis calzones.
Mi padre me mira como si fuera una demente.Aclaro mi garganta.
—Ehm, ¿A-acaso importa?– Suelto una risa nasal y bebo de mi café esperando poder meter toda mi cabeza en ella.
—Pues claro que sí Lauren, tengo que saber bajo que términos se conocieron. – Su tono fue serio y supe que tenía que inventar algo creíble.
Piensa, piensa, piensa...
—Uhm, sí, él y yo nos conocimos en...una fiesta de negocios de...de..–Mierda.—¡De los Murray! Sí, en una fiesta de los Murray. Yo iba de acompañante de Mike y...bueno, ya sabes, por cosas de la vida nos conocimos y empezamos a salir y ¡Tadá! Somos novios ¡Sí!– Río.
Mi padre me mira con una ceja alzada.
—Ya veo, ¿Te trata bien?
Frunzo el ceño.
—Sí.
—¿No te ha faltado el respeto?
Sí.
—No.
—¿Te ha...?
—¿A qué viene todo esto?– Pregunto acusatoria.
Desvía la mirada y me doy cuenta de que está nervioso, siempre hace eso, desvíar la mirada e incomodarse. Entrecierro mis ojos, tantas preguntas no son simple curiosidad y menos proviniendo de mi padre.
—N-nada, sólo quiero estar informado de la relación de mí hija.– Dice con voz un poco temblorosa.
¿Qué escondes padre?
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Chicas espero poder subir un cap largo mañana.
Voten si les gustó.
Comenten que les pareció.
Se despide su sexy autora.
Y...
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Narcotraficante
RomanceSEGUNDO LUGAR EN LOS REVER AWARDS 2017 ¿Quién iba a decir que una simple cena cambiaría la vida de Lauren Dallas? La inocencia le ganó a la razón. Una simple chica estudiante y amante de la moda, una habitante más de Londres. ¿Su problema? Ella era...