Dedicado a: montserratrdz01.
Suspiré por tercera vez, hacía demasiado frío fuera del auto. Y aún así, de nuevo, seguía sin importarme, lo único que quería en ese momento era saber de la chica que una vez fue lo más importante para mi. Entendía que ya no eramos amigas, pero me dolía haberla visto en aquella situación, se veía acabada. El frío viento azotó mi cabello, haciéndolo volar con locura y crispando mis vellos. Saludé a los guardias y caminé por el sendero hecho de pequeñas piedras que me guíaban hacia la puerta de la mansión.
El cielo empezó a relampaguear, sin duda hoy habría una gran tormenta. Las ramas de los árboles empezaron a danzar de una forma muy violenta y el cielo, de inmediato empezó a llorar con fuerza. En ese momento sentí que toda la paz que había conseguido, se había ido con el agua que resbalaba por mis brazos. Entonces apuré el paso, no quería estropear los cafés y los pasteles. Empujé las grandes puertas y poco a poco se fueron abriendo, la oscuridad de la ante-sala fue lo primero que me recibió. La mansión estaba silenciosa y luché contra mi mente para no recordar aquella mala situación en que la oscuridad fue anfitriona de una de mis desgracias. Esperaba que la situación de Jessica mejorara y, que a mi dejara de importarme de una vez por todas, pero sería difícil, eso estaba claro. Antaño me había preocupado tanto por ella, que aún sin ser amigas, me era imposible no hacerlo.
«Entonces apartate de mi vista.»
No son palabras que la Jessica que conozco usaría, siempre ha sido una chica dulce.
Mientras caminaba, débiles hilos de luz salían de la sala. Lo cual indicaba que ahí estaba él, esperándome. Y así fue, estaba sentado en un sofá pequeño con la cabeza enterrada entre sus manos. No era así como imaginaba que me esperaría, pensé que estaría de pie a un lado de las puertas principales, con cara de perro rabioso y asesinándome a gritos.
Puse la bolsa con lo que había comprado encima de un mueble, la bolsa hizo ruido y Castiel levantó su cabeza, mirándome.—¿Por qué te fuiste?– Preguntó. Su voz había sido demasiado seria, se podía notar la rabia en ella sin necesidad de gritar.
—Quería respirar un aire diferente, necesitaba estar lejos de aquí.
—¿A qué precio?– Susurró.—¿Poner en riesgo tu vida por un un poco de aire?
—No temo morir, Castiel.
Nuestros susurros se acabaron, y de nuevo el silencio se adueñó de la gran mansión. Sus ojos jamás se apartaron de los míos, no sabía en qué aspecto le habían afectado mis palabras, debía saber que no siempre tenía que estar aquí encerrada, escondiéndome de los malos. Entendía su desesperación y preocupación por mi, pero también necesitaba tiempo.
—No porque no le temas a la muerte, significa que eres inmune a ella. Yo ya te he visto morir, y te he visto revivir, si mueres de nuevo no regresarás. Las segundas oportunidades son para quienes lo merecen, tú no. Crees que si tienes que morir así será, pero lo cierto es que...solo piensas en ti misma. Eres egoísta, Lauren, y eso es lo que más duele. Arriesgas tu vida sin importarte cuantos sufrirán, jamás has perdido a nadie, jamás has visto morir a alguien importarte para ti y llorar su muerte. Nunca has sufrido por culpa de la muerte. Por eso no te importa morir, porque no tienes ni idea de lo mucho que sufriría si ya no estuvieras, o de lo mucho que tu padre y tu madre lo harían si te perdieran. Entendería si no tuvieras a nadie que se preocupara por ti, pero las tienes. Y dejarte morir sin importarte los demás, eso, Lauren, eso es egoísmo.
—No es...
—Lo es.
—He sido una buena guerrera. He luchado contra la muerte.
—Y aún así crees que una batalla es suficiente para derrotarla. Siempre te he admirado, Lauren. Jamás he visto a una mujer tan fuerte como tú, pero no tienes ni idea de lo que está por venir. Si crees que haber salido de un coma fue haber ganado la batalla, te equivocas. Porque solo fue una estúpida muestra del infierno al que tendrás que enfrentarte. No te consideres guerrera, no aún, porque la guerra aún no comienza.
—Me haces sentir estúpida, que todo lo que he echo no ha sido más que un vano intento por sobrevivir.
—No es así.– Caminó lentamente hasta ponerse de cuclillas frente a mi.—Solo te pido...que no te rindas aún, te necesito de pie. Junto a mi. Déjame protegerte como es debido, lamento no poder darte una mejor vida...la vida que quieres.
Tal vez ahora no entendiera por qué le quitaba valentía a mis actos pasados, y estaba ofendida, lo estaba. Pero también entendía que él tenía más experiencia en esto, sabía como batallar y salir ileso en el intento, yo por el contrario, jamás había usado un arma o curado graves heridas en mi cuerpo.
Él tenía razón, siempre la tenía, y yo siempre aprendía cosas nuevas. ¿Una mejor vida? podrá sonar exagerado, pero junto a él tengo una buena vida, y no me refiero a su fortuna. Sino a su amor y preocupación, me di cuenta de que huir no había sido una buena idea, al menos no ahora, intuía que había estado sufriendo todo el día.—Perdón, yo solo quería olvidar por un rato. Lamento haberte causado tanta molestia.
—Te entiendo, preciosa. Pero al menos avisa, casi me explota el cerebro, la próxima vez tendré que amarrarte a la pata de la cama.– Bromeó. Sonreí, el.ambiente ya no se sentía tenso, se había suavisado.
—Hubieras terminado liberándome, no puedes resistirte a mi y lo sabes.
Sonrió con sensualidad, como siempre lo hace cuando estamos solos y acercó su cara a la mía, rozando suavemente nuestras narices.
—Tienes razón, Diablilla.
No lo resistí más, tenerlo tan cerca y no poder besarlo. ¿No poder? claro que sí, jalé su corbata y lo atraje a mi, besándolo. Hasta quedar sin aire.
—Por cierto.– Dijo.
—¿Qué?
—Tendrás una guardaespaldas.
—¿Una?
—Sí, es mujer, para que se lleven mejor.
Rodé los ojos.
—¿Cómo se llama?
—Raquel.
~•~
Lamento si hay faltas de ortografía, estoy mal de ánimo y quiero dormir ya, por lo que no puedo revisar el texto.L@s amo.
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Narcotraficante
RomanceSEGUNDO LUGAR EN LOS REVER AWARDS 2017 ¿Quién iba a decir que una simple cena cambiaría la vida de Lauren Dallas? La inocencia le ganó a la razón. Una simple chica estudiante y amante de la moda, una habitante más de Londres. ¿Su problema? Ella era...