En el futuro, todo tipo de seres han poblado el mundo y ya no es extraño ver a un humano mitad alíen, mitad demonio. No obstante, este no es el caso de nuestros protagonistas, porque ninguno de ellos es siquiera humano.
Deimos y Wendy persiguen obje...
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Sil no había parado de reír desde que los chicos habían salido del shiver y tanto Wendy como Kurt no estaban en desacuerdo con su reacción. Lo que acababa de pasar fue absurdo.
Los jóvenes héroes por fin se habían adentrado en el palacio y estaban casi cara a cara con el enemigo, escondidos entre las sombras.
— ¡Eres un monstruo, Deimos! En verdad rompiste un shiver a patadas. Yo nisiquiera sabía que se podía hacer eso y mira que soy la persona con más información en el mundo.
— Ya cierra la boca, nos descubrirán —gruñó Deimos algo desesperado—. ¿Pero dónde están las personas y los Líderes de Reino?
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Una enorme explosión los mandó por los aires, haciendolos entender que ahora sí, de verdad ya no había tiempo para distraerse.
— Eso es lo que yo también quiero saber —habló una voz grave, llena de rencor. Los chicos intentaron pararse rápidamente, pero el impacto de la explosión los había tomado por sorpresa—. Esos malditos, me engañaron. Los que estaban aquí sólo eran ilusiones, la única real era aquella mocosa —mascullaba Sphintle entre suspiros.
— ¿Hay algo que quieras decirnos, Silpple? —refunfuñó adolorida la peliverde, ya habiéndose levantado al lado de sus compañeros. Eso hizo que se ganara las miradas confusas de los presentes.
Wendy frunció el ceño cuando su mirada analítica le dictó los hechos: apenas sintieron en el palacio una presencia intrusa, los Líderes de Reino fueron cubiertos por una magia que creaba muchos dobles de ellos, para que luego los reales pudieran ser teletransportados por Silpple a un sitio seguro; las demás personas fueron asesinadas o heridas de gravedad y los héroes novatos, sólo estaban ahí para hacer tiempo ya que Sil no podía transportar a todos los Líderes de Reino a la vez.
— Tenía que proteger a los más importantes, no podía defender a todos —se excusó.
Deimos, teniendo un intelecto mucho más superior al de la mayoría —aunque en realidad no lo aparente—, logró entender rápidamente de lo que estaban hablando.
