Prefacio

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"Colors City" estaba envuelta en fuego y pronto dejaría de ser llamada "La ciudad de los colores".

La gente corría de un lado a otro, buscando huir de las oscuras llamas que corroían el lugar entero y con todo a su paso. Lo más extraño de todo esto, era que nadie acudía a ayudar; ni el cuerpo de bomberos —aquellos "especialistas" en cualquiera de las tres disciplinas de los poderes del hielo—, ni los policías —quienes son unos profesionales controlando el elemento tierra y algunos que son más expertos, el metal—. Sin embargo, posiblemente lo más raro sea que nadie sabía cómo fue que empezó el fuego o la manera en la que se llegó a propagar hasta tal extremo.

Miles de vidas ya se habían perdido, pues nadie que no sea un "especialista" en las disciplinas de hielo, metal o tierra, podría controlar las llamas negras, también conocidas por el nombre de "demon breath".

Aún todavía, existían algunos cuantos ignorantes de todo lo que estaba sucediendo. Ellos se encontraban en la academia "Saint Rose", donde nuestros protagonistas, estudiantes de primaria, se hallaban en el receso.

— Deimos, paremos esto, ella se ve muy mal ya —mencionó con la voz temblorosa el mejor secuaz —en esos tiempos— de nuestro protagonista masculino: Kurt.

— ¿Pero de qué estás hablando? Aún no obtengo suficiente diversión —una sonrisa sádica se alargó siniestramente en el rostro del peliaqua, que disfrutaba aplastar la cabeza de su compañera de clases o como el la llamaba "su juguete favorito" —. ¿Tú tampoco te has divertido del todo, cierto, Wendy? —al final se le escapó una pequeña risa burlona, que demostraba que no guardaba ni una pizca de lástima hacia quien hería.

La niña no respondió, pues hasta eso, aún conservaba su orgullo, por más humillada que haya sido durante todo este tiempo. Ella se había jurado que ante los ojos de esta "basura que no puede ser reciclada" —como ella lo llamaba—, jamás mostraría debilidad en lo absoluto.

— ¡Te estoy hablando! —masculló Deimos entre dientes, aplastando con más fuerza su cabeza, mientras que Wendy había comenzado a resistirse, usando sus brazos para detener a su rostro de volverse a estrellar contra el suelo; sangre corría de sus labios y nariz. En un ataque de furia, el pequeño ofensor tomó los cabellos verde manzana de Wendy, elevándola hasta obtener un cruce de miradas.

El diablo se veía en los ojos de Deimos y en los de Wendy, sólo se encontraba indiferencia absoluta, como si no le dolieran los golpes recibidos —lo cual no era cierto—, como si no le temiera o mejor dicho, su mirada era como si estuviera viendo a la nada total. El chico se sorprendió y aquellos ojos lo mantuvieron estático por segundos. Cuando él estaba por decir algo, los gritos de las personas empezaron a ser desde los más bajos niveles del enorme edificio, cada vez más audibles.

— ATENCIÓN A TODOS —la voz del director del plantel, llenó todos los pasillos, desde el lugar más visible, hasta el más recóndito—. HAY UNA ALERTA ROJA DE "DEMON BREATH" POR TODA "COLORS CITY". YA HA SIDO CONSUMIDA MÁS DE LA MITAD DE LA CIUDAD Y LAS LLAMAS OSCURAS SE ACERCAN CADA VEZ MÁS —explicó—. LES PIDO QUE TODOS GUARDEN LA CALMA Y SIGAN LAS SIGUIENTES INDICACIONES. LOS PROFESORES A CARGO DE (...)

Todos en "Saint Rose" se empezaron a movilizar. Las oleadas de alumnos empujaron a Wendy y Deimos a un lado del corredor.

— ¡Ustedes dos! ¡¿Qué creen que hacen que no se apresuran?! ¡¿De qué salón son?! —los regañaba la maestra y ambos obedecían sus instrucciones, aunque Deimos de mala gana.

Para Wendy, eso fue en parte un golpe de suerte, pues así podía alejarse de aquél abusador hasta que alguien arreglara el problema de las llamas negras. Lamentablemente o para su fortuna, nunca nadie movió un solo dedo para salvar lo que quedaba de la ciudad y así fue como "Colors City" dejó de existir y con ella, muchas de las personas que en ella vivían, entre ellas, los padres de Wendy.

Todos se vieron obligados a buscar nuevos hogares en otras ciudades. Algunos hasta se cambiaron de país; Wendy fue una de esos "algunos", pues sólo le quedaba un pariente vivo en el país vecino al suyo, "Bachill".

Deimos siempre había estado separado de sus padres, porque ambos se divorciaron cuando él tenía la corta edad de tres años.  Su madre, se fue con otro hombre y el papá de Deimos nunca realmente amó a nadie en su vida; si bien, se podría decir que tiene una seria obsesión con ser el mejor, manipular a la gente y hacerla sufrir —ahora entenderán a quien salió Deimos— y eso es lo más cercano que ha sentido del amor. Así que ambos padres que no se interesaban por él en lo más mínimo, pues no les era útil, lo dejaron a la deriva; lo abandonaron. Un año tuvo que pasar para que el infante vagabundo fuera llevado a algún orfanato del gobierno, aunque hasta el momento nadie lo había tomado en adopción.

Klay Zweijer, el líder de reino de "Telestia", es el mismísimo progenitor de Deimos, quien también fue el que acabó adoptándolo como su hijo de vuelta y así es como empieza la historia.

Heroes aren't always nice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora