CAPITULO 41 (Final)

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Me miré por última vez en el espejo. Me hallaba en un hotel donde también estaban mis padres y mis hermanos preparándose para el ultimo baile del año y de Augusts.

La graduación de mi hermano había sido el jueves al igual que él último
partido de rugby –y el más importante- puesto que la RFU buscaba nuevos jugadores. El partido en si había estado basado en nervios y ansias, sin embargo cuando el equipo The South –el nuestro- anotó su quinto try contra High School todas las emociones desaparecieron. Habían ganado.

Varios alumnos habían sido escogidos como posibles próximos integrantes de aquel prestigioso equipo nacional, entre ellos, Matt, Francisco y mi hermano, quien desde que habíamos dejado el internado a la mañana andaba inquieto y ansioso por saber si habían escogido su nombre.

-Augusts –Mamá lo agarró de los hombros -¿Podrías quedarte quieto aunque sea un segundo?

Mi hermano se sentó en la cama a medio vestir y tomó su cabeza entre sus manos. Murmuró algo que no logré descifrar. De alguna manera mamá podía calmarlo mejor que nadie.

-Augusts –Daysi le agarró la mano y le dio un beso en la mejilla –Vas a ganar porque sos el mejor.

La inocencia de mi hermana no le dejaba comprender que no se trataba de un concurso, sino del destino de nuestro hermano.

Mi madre asintió y abrazó a su hijo.

-Daysi tiene razón –Cada palabra estaba cargada de fé –Si no te escogen entre todos los demás es porque son unos idiotas –Sonrió con ternura –Mi hijo ama el rugby y lo practica desde que es pequeño, créeme que ésta están solo una oportunidad de las miles que se te presentarán en la vida. Diste lo mejor de vos, ahora solo queda esperar.

Augusts asintió abrumado. Se veía de lejos que el mejor de sus sueños era dedicarse la vida completa a su deporte favorito: el rugby.

-Si –Opiné –No creo que sean tan ilusos como para no notar al mejor de los jugadores: Tú.

Me dedicó una sonrisa y se paró. Fue en busca de los pantalones que le faltaba ponerse y dijo:

-Voy a ver como esta papá –Trató de atar la corbata pero fue en vano –Quiero hablar con él.

Mamá asintió y tomó la tela alrededor del cuello de su hijo, sin previo aviso hizo un perfecto nudo y le abrió la puerta.

-Dile que dentro de media hora esté listo así vamos todo juntos.

Vi como Augusts asentía y mamá buscaba a Daisy para ayudarle a ponerse los zapatos rosas a juego con su vestido floral.

Yo por mi lado había elegido las flores pero bordadas en tonos magentas sobre un vestido al cuerpo blanco. El vestido mi madre me lo había traído de una de mis tiendas favoritas donde lo había encargado a través de internet hacía ya unos meses antes.

-¿Dónde has dejado tu labial rojo? –Le pregunté a mi madre.

-No lo traje –Admitió mirándose en el espejo –Pero como te han pintado los labios está bien.

Por la tarde con mi madre y Daysi nos habíamos internado en una peluquería para que nos maquillaran y peinaran. Mi hermano y mi padre habían salido a comprar los trajes y como les había sobrado tiempo terminaron metiéndose en una peluquería que quedaba cerca del hotel.

-Me pintaron bien –Respondí –Pero ya me eh comido la mitad del labial.

Daysi río y corrió al baño.

-Lola... -Murmuró mi madre –Ya estás grande, deja de comerte los labiales.

Me encogí de hombros y busqué los tacos que me iba a poner. Eran simples y delicados: blancos con pulserita y el taco de espejo dorado.

Ya no soy la MISMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora