CAPITULO 39

2.4K 108 0
                                    

-¡Que no hicimos nada fuera de lugar! –Exclamo por quinta vez, alzando los brazos.

-¿Entonces porque desaparecieron? –Pregunta en tono pervertido.

Resoplo.

-¡Porque me tenía que mostrar algo!

Me mira mal y se da vuelta, encaminándose al baño.

-Su pene te tenía que mostrar.

Pongo los ojos en blanco.

-No hay caso, contigo –Le digo entre resoplidos –Pero igual, gracias por lo de la diarrea.

Le guiño un ojo a lo que ella sonríe.

-Te podrías haber esmerado un poquito más –Cuestiono.

-Agradece que dije eso, cuando tu hermano comenzó a ponerse como loco al darse cuenta que le habías mentido –Objeta Barbara.

Sonrío y me pongo mi cárdigan, hoy es viernes y la nieve ha comenzado a disminuir luego de la tormenta que hubo el miércoles por la noche, no obstante eso no quita que tengamos las horribles clases de educación física, las cuales a partir del segundo y último trimestre son obligatorias y con asistencia.

-No pienso discutir más contigo –Reclamo –Pero te digo que no ha pasado nada.

Me mira levantando una ceja.

-¿Enserio? Ningún beso, ningún metiche de mano, ¿Nada? –Pregunta un poco alarmada.

Niego.

-Nada de nada.

-¿Segura, segura? –Me imita.

No contesto, la miro y me doy vuelta agarrando una goma para el pelo y haciéndome una coleta.

-¡Algo paso! –Chilla emocionada mi amiga – ¡Cuéntame ya! ¿Cómo fue? ¿Te dolió?

Rio sarcástica.

-No tuvimos eso- La miro seria –Solo un par de besos y una que otra caricia.

-Bueno –Contestó tajante –Supone que te creo.

-Sep. Trata de suponer menos –Rio y tomo la tableta de chicles.

Me meto unos cuantos chicles en mi boca y miro por la ventana. Un manto blanco cubre todo el césped del lugar.

Luego de haber corrido del salón de biología a nuestras clases y comenzarlas. El revuelo comenzó entre los profesores y la sala de bilogía. Puesto que nadie comprendía lo sucedido y los profesores no tenían a quien culpar.

Cuando termina la última clase del dí me dirigo al departamento de chicos, tenia que contarle lo sucedido con Augusts y sobre que tal vez tendríamos que decirle sobre lo nuestro.

-¡Lola! –Giro al escuchar mi nombre. Pamela.

-Hola –Saludo confundida –Tanto tiempo.

-Si –Suspira –Toma, le podrías dar esta carta a tu hermano.

Arrugo la nariz, ¿Por qué se echa tanto perfume?

-Seguro–Tomo la carta blanca con estampilla de corazón entre mis dedos y la doy vuelta, en una fina caligrafía negra se lee "Perdóname".

-Te agradecería que no la abras –Levanto la cabeza para mirarla.

-Tranquila que tampoco me importa saber que le has escrito –Admití.

Me sostuvo la mirada durante un rato y luego hablo:

-Nose si te has enterado que estamos separados –Cuenta avergonzada.

Ya no soy la MISMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora