Epílogo

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Pasaron varias semanas más, ni Aerith ni Aiden habían hablado sobre lo ocurrido. Habían seguido cada uno por su lado, aunque Aiden seguía un poco desesperado por el tema de que Aerith no creía las palabras de él. Aunque en su subconsciente sabía que Aerith tenía muy buenas razones para seguir en esa compostura después de dos infidelidades, una por parte de aquel hombre al que amaba y del cual confiaba ciegamente y la otra infidelidad lo que de verdad le dolió fue que abrió su corazón después de tanto tiempo y le dañaron, porque aunque a Aaron no lo amase porque no llevaban tanto tiempo si que le tenía cariño.

- Aiden -lo llamó Aerith.

- ¿Qué pasa? -preguntó girándose a mirarla.

- Hoy tengo la revisión médica y las últimas veces no te pudiste venir, te avisaba por si te querías venir y por si podías -dijo con un toque de timidez Aerith.

- Iré encantado -sonrió Aiden tierno recordando la primera ecografía de los gemelos lo nerviosos que estaban ambos.

- Si no puedes no importa Aiden.

- Tengo el día libre y aunque no fuera así avisaría y después iría al trabajo -explicó Aiden con una sonrisa.- ¿es ahora?

- Sí, Aiden -asintió Aerith.

- Voy a por las llaves del coche -sonrió.

Aerith mientras tanto salió hasta el coche y espero a que Aiden saliese de casa, abrió el coche y se puso en marcha en dirección al hospital. Al llegar al hospital entraron, Aiden iba siguiendo a Aerith hasta la sala de espera. Aiden mientras esperaban su turno miró a su alrededor, había mujeres con la tripa más notoria, otras que apenas se les notaba y otras con una tripa ni muy grande ni muy pequeña como la de Aerith, él supuso que dependía de las semanas de embarazo que llevasen y dependiendo de cada cuerpo ya que todos no eran igual.

Sin darse cuenta sonrió y miró la tripa de Aerith melancólico, después volvió a mirar a todas aquellas embarazadas. Se fijó en una pareja muy joven donde el chico estaba embobado y acaramelado con la chica, eso le hizo recordar cuando se enteró de que iba a ser padre y todas las ecografías de los gemelos, no se había perdido ninguna. Por el contrario miró a la mujer que estaba sola y cabizbaja, se imaginó a Aerith en esa situación cuando estaba embarazada de Leah, Aiden no fue a ninguna ecografía y no era porque no quería al bebé sino porque era un completo idiota. Aerith sin embargo no pensaba nada, estaba mirando a un punto fijo. Tras veinte minutos era su turno.

- Buenos días señores Wells -dijo la doctora.

- Buenos días -sonrió Aiden.

- Como le dije en la última revisión, hoy intentaremos saber el sexo del bebé. Señora Wells por favor póngase en la camilla -pidió y miró a Aiden.- señor Wells como es la primera vez que viene le informaré sobre cómo va el bebé.

Aiden asintió y se acercó junto a la doctora a la camilla donde estaba Aerith. La doctora le hecho la crema en la tripa, cogió el monitor y lo puso sobre la tripa de Aerith, enseguida la consulta se llenó por el sonido de los latidos del bebé. Aiden se sobresaltó con una sonrisa, le cogió la mano a Aerith mientras que ambos miraban la pantalla.

- Enhorabuena señores Wells, van a ser padres de una preciosa niña -anunció la doctora.

Aiden sonrió emocionado y miró a Aerith la cual se le habían saltado las lágrimas de la emoción. Después de tranquilizarse un poco se limpio la tripa y se sentó de nuevo junto a Aiden frente a la doctora.

- El bebé está muy sano, sigue cuidándote y comiendo sano -sonrió mirando a ambos.- no creo que tenga que decir mucho más, ya lo han vivido.

- Muchas gracias doctora -agradeció Aiden.

Ambos salieron de la consulta, Aiden emocionado abrazó a Aerith y le besó la mejilla varias veces.

- Estas muy emocionado... -dijo Aerith.

- Pensaba que te habías dado cuenta -dijo Aiden mirándola.

- No me había fijado, tendríamos que ir decidiendo el nombre y tenemos que comprar cosas.

- El nombre que lo decida Leah que esta muy emocionada por la idea -sonrió Aiden.

- ¿Vamos a casa? -preguntó Aerith.

Aiden asintió y fueron los dos hasta el coche.

Días después Aerith y Aiden les habían dicho a los niños lo que sería el bebé, Leah cada vez estaba más emocionada mirando nombres para el bebé mientras que Aiden iba comprando cosas para la habitación sin que Aerith lo supiese y que fuera sorpresa para ella.

- Aerith, ¿podemos hablar? -dijo Aiden cuando Aerith llegó por la noche de trabajar.

- Sí, ¿qué pasa? -preguntó Aerith un poco asustada.

La llevó hasta la cocina.

- Aerith entiendo que no me creas después de todo lo que has pasado sobretodo por mi culpa pero yo te amo, sé que soy pesado pero siempre te he amado. Tu eres la única que me conoce tal y como soy, a todas las demás les importa mi dinero y mi físico y se que tú nunca te has fijado en eso. Me has querido estando gordo y viviendo con dos gemelos en un pequeño apartamento y aún así llevaba y me mirabas con aquella mirada que me llegaba hasta el fondo del alma y me demostrabas todo lo que me amabas. Fui un gran idiota al traicionarte -dijo Aiden entre pausas para no agobiar a Aerith pues Aiden no se había expresado tanto.

- Aiden y-yo... -dijo derramando lágrimas.

- Podemos ir poco a poco Aerith, pero yo me estoy volviendo loco de vivir junto a ti de nuevo.

- Y-yo... Necesito tiempo Aiden -dijo cabizbaja.

Aiden sin decir nada más, la cogió de la mano y la llevo hasta el piso de arriba.

- Abre la puerta -dijo Aiden cuando estaban delante de la puerta de la que sería la habitación del bebé.

Aerith abrió la puerta y se quedó sorprendida al ver que estaba llena de muebles para el bebé, Aerith de nuevo se puso a llorar mientras admiraba toda la habitación. Tenía la cuna, el cambiador y un sillón para poder dormir ahí a la niña, toda la habitación estaba decorada en color crema. Y aunque había vivido la emoción de ver la habitación decorada con los gemelos y con Leah pero no se esperaba.

- Aiden... Es preciosa -dijo Aerith abrazando un osito que había en la cuna del bebé.

Aiden la cogió de la cintura pegándola a él, la acarició la mejilla y la besó suavemente. Aerith le siguió y cuando se separaron esta misma apoyó su frente en el hombro de Aiden mientras que él le acariciaba la tripa.

FIN



Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora