→ Trece

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En el Infierno, justamente en la oficina de Guren, solamente había silencio mientras Mikaela, Shiho y Lacus observaban fijamente a Shinya, el responsable de aquella reunión secreta.

Lamento tener que pedirle esto a ustedes, pero no tengo más ángeles a mi mando —empezó a hablar el albino con voz tranquila—. Y Scarlett confía en ustedes tanto como yo en ella, así que les agradezco por ayudarme.

, Shinya-samadijeron dando una una reverencia a la misma vez, como si la hubiese practicado con antelación para ese momento.

El albino sonrió un poco, luego se dispuso a explicarles de una manera más detallada lo que había pasado y después, el plan que tenía para recuperar su puesto; los tres querubines simplemente asentían y pensaban sobre, como si sus mentes estuvieran conectadas, el porqué Shinya-sama estaba en el Infierno y el porqué el Diablo le estaba ayudando, mas ninguno se atrevía a decir algo respecto a eso.

Una vez el ojizafiro mayor terminó de hablar, preguntó si había dudas y todos estuvieron de acuerdo que no, hasta que Shiho abrió la boca.

—Si Scarlett hace parte del plan, ¿por qué no está ella aquí? —preguntó.

Scarlett es importante en el Cielo, así que si desaparece de su puesto mucho tiempo, será sospechoso —explicó esta vez Guren, llamando la atención de los ángeles—. Y no le gusta demasiado venir aquí, los demonios suelen molestarla...

Hubo un ligero silencio, y luego la gran puerta de la oficina sonó, así que tras consultar quién era, el azabache autorizó que pasaran y una cabellera rosa apareció en medio del enorme portón, entrando con cuidado e informando a su jefe sobre quién sabe qué de forma algo rígida, al menos hasta que sus ojos se desviaron hasta los ángeles y su expresión se volvió sorprendida.

Mikaela... —susurró, lo que llamó la atención del rubio.

M-Mamá...

La única mujer presente ni siquiera fue capaz de controlar sus propias lágrimas, que la traicionaron y bajaron por sus mejillas, provocando que el rubio se acercara rápidamente a ella sin decirle nada, se agachase y la estrechase entre sus brazos; ninguno decía nada, pero ambos lloraban, pues se habían extrañado muchísimo.

El ambiente se puso algo tenso, y no tanto por que él fuese un ángel y ella una diablilla, sino porque ninguno de los presentes sabía cómo actuar viendo aquella escena.

Lo siento, Krul —interrumpió Guren intentando ser gentil—. Estamos en medio de algo importante, así que...

Entendiendo la indirecta de su jefe, la ojirubí separó el abrazo y miró a su hijo sin decirle una palabra, secó sus lágrimas y le sonrió de manera leve.

Es bueno que me hayas hecho caso, Mikaela —dijo—. Ser un ángel te queda bien —aseguró; luego dio una reverencia y salió de la oficina.

El ojizafiro más bajo se sintió feliz por aquellas palabras, que para los demás fueron sumamente simples, pero solo ellos dos podían entender lo mucho que significaban; además, ellos no tenían ese tipo de relación donde se decían todo exactamente como lo sentían, había que leer entre líneas.

[…]

Yuu estaba algo preocupado, y también un tanto molesto, pues Mika no había vuelto y ya eran pasadas las cuatro de la madrugada; además, no había dormido nada por estar esperándolo para que le diera su recomp... ¡no! ¡para que le revisara su tarea!

Yo soy tu ángel y único protector [MikaYuu/ReCus/KimiYoi] |Resubiendo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora