→ Veintisiete

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—Shinya-sama, Guren-sama, la traje conmigo —anunció Akemi, el cual jalaba a la dichosa ángel del antebrazo, quien caminaba tranquilamente sin ser realmente arrastrada

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Shinya-sama, Guren-sama, la traje conmigo —anunció Akemi, el cual jalaba a la dichosa ángel del antebrazo, quien caminaba tranquilamente sin ser realmente arrastrada.

—Scarlett, ¿cómo has sido capaz de hacer esto? —la regañó mientras fruncía el ceño. Ella evitó verlo e inclinó la cabeza.

—¿Es que no piensas defenderte? —inquirió Guren viendo la escena desde el escritorio, en el que estaba sentado.

—No, acepto completamente mi responsabilidad por los actos cometidos —dijo aún sin levantar la mirada—. Desobedecí sus órdenes por ser fiel a mis propios pensamientos sobre lo que era correcto para ellos y no estoy arrepentida en absoluto.

Los tres la observaron; no había vacilación en su voz a pesar de que no los veía a los ojos. Estaba resignada a recibir su castigo y no pensaba escapar.

—Llevo milenios siendo el dios de los humanos, y es la primera vez que un ángel como tú se ha rebelado por motivos ajenos a su codicia —suspiró el albino, caminando hacia su pareja—. Kureto se reveló porque quería poder, igual que Lucifer con el primer dios...

—¿A dónde quiere llegar con eso, Shinya-sama? —interrumpió ella, confundida.

—Pienso que ya es momento, Scarlett —continuó sin verla—. Tú, que desobedeciste mis órdenes directas por una razón tan noble como hacer felices a unos amantes, serás castigada.

—Suéltala, Akemi —pidió Guren a la vez que se alejaba de la mesa. Él obedeció—. Mocosa, acércate.

Insegura, se acercó al todopoderoso ser que se había parado frente al escritorio de dios y tenía sus dos manos detrás de su espalda en una postura seria. Lo observó unos instantes y bajó la mirada, rendida ante el inminente castigo.

—Desde hoy en adelante —comenzó estirando sus manos hacia ella—, y por los siglos de los siglos —siguió a la vez que agarraba su aureola y la arrancaba de sobre su cabeza, mareándola—, tú vas a ser la nueva diosa.

—¿Eh?

Antes de elevar su mirada, transcurrieron unos segundos en los que procesó lo que había dicho el albino. Pero no logró entenderlo, así que lo miró llena de confusión.

¿Que yo qué?

—Te estoy declarando la nueva diosa —sonrió Shinya mientras se quitaba su propia aureola y la transportaba lentamente hacia la coronilla de la chica.

Y cuando aquel aro de luz se conectó con su cuerpo, ella brilló desde el fondo de su ser; la luz fue cegadora por unos instantes. Entonces, cuando esta acabó, observaron a una nueva Scarlett, que tenía el cabello de un blanco tan puro y deslumbrante que los sorprendió.

Yo soy tu ángel y único protector [MikaYuu/ReCus/KimiYoi] |Resubiendo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora