Y ahí estabas.
Sentada en ese piano. En aquella pequeña sala, haciendo revivir a Chopin cuando te vi por primera vez.
Tu cabellera rubia caía alborotada por tu espalda, moviéndose al ritmo de los arpegios del Op. 23 de la Balada No. 1 en G menor.
Tus manos pálidas, lucían hermosas bajo la tenue luz. Grandes y firmes.
Tus ojos...que ahora son el motivo de mi delirio, ese azul que es mejor que el del cielo, aquel en el que me podría perder por la vida entera.
Y ahí estaba yo.
Admirándote como una completa idiota, una simple y sencilla violinista. Que anhela ser tuya alguna vez.
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Sweet Melodies
RomanceTu voz es mi más dulce melodía... La música de Delilah enamoró a Blaire.