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Los nervios me corroían. Había limpiado mis manos contra mi vestido una infinidad de veces y seguía haciéndolo. 

Ya había preparado el arco de mi violín con brea, lo afiné y ahora solo esperaba el momento para salir ante el público. 

Y ahí estaba Delilah, con un vestido negro y su cabello rubio peinado hacia un lado. Se veía completamente hermosa, más de lo normal; sus ojos azules resaltaban más a causa de las sombras grises que traía puestas. Era inevitable no verla por largos periodos de tiempo; a veces se percataba de que la miraba y me sonreía. Era encantadora. 

-Tranquila Blaire -susurró detrás de mi, viéndome al espejo del camerino.
¿Y si me equivocaba? ¿Y si no salía como esperaba? 
Su respiración junto con sus palabras calmaban el caos de mi interior. -Tranquila -pasó una mano por mi cabello, acariciándolo de una forma dulce y suave. -Ya lo hemos hecho muchas veces, ésta es solo una más...besaría tu cuello, pero te llenaría de labial -rió y sonreí. 

-Estás demasiado hermosa hoy Delilah, verte hace que los niveles de nerviosismo bajen rotundamente...el simple hecho de saber que haremos esto juntas me hace sentir genial. -me giré para verla a la cara y posé una mano en su mejilla -Gracias por existir, Delilah. -apretó los labios con lágrimas acumulándose en sus ojos. 

-No, gracias a ti por haberme amado desde antes que nos conociéramos. 

Entonces cerré los ojos, la besé suavemente y acaricié su cabello. 

-Salgamos juntas -sonrió. 


Sweet MelodiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora