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Delilah respiraba profundamente con los ojos cerrados en el camerino. Estiraba sus dedos, los movía simulando escalas y apretaba una pequeña pelotita terapéutica para manos. 
Así mismo, estiraba sus brazos, movía su cuello y de nuevo volvía a repetir esto. 

Tan solo tenía unos minutos para platicar con ella. 
Dios santo, se veía aún más hermosa a comparación del día que toqué junto a ella. Llevaba un vestido largo negro sencillo y un maquillaje un poco más cargado, pero sin exagerar. Sus labios estaban teñidos de rojo y su cabello estaba peinado en ondas, que caían perfectamente por su espalda y un hombro. 

-¿Te he dicho que te ves sumamente hermosa? -ella sonrió y sus mejillas se tornaron rojizas. -¿Cómo te sientes? 

-Estoy perfecta -suspiró apretando la pelota en una mano - Tocaré para ti, espero que te guste -sonrió aún más. 

-Muchas gracias Delilah, no sé si lo notaste, pero también toqué para ti aquél día-reí un poco. 

-Pero claro que sí...porque me amas y no puedes dedicarle tu música al público -dijo divertida. 

-Ya me conoces -sonreí y otra vez me puse seria -Sal y toca con todo lo que tengas, eres la mejor para mí, siempre lo has sido y lo serás. Siempre he sido tu admiradora, y confío en que lo harás perfecto -ella acarició mi mejilla dulcemente y yo la abracé. Esa era mi forma de despedirme. 

En la sala se repartieron los programas con los intérpretes y la melodía que tocarían; ahí estaba el nombre de Delilah escrito, tocaría: "Sueño de amor" de Liszt. Al leer eso, mi corazón dio un salto y me sentí conmovida por el hecho de que había ensayado tanto solo por mí. 

Y ahí estaba Delilah. 

Y ahí estaba yo, siguiéndola admirando como una completa estúpida. 

Agradeció al público, se sentó en el banquillo, respiró hondo y puso sus manos sobre las teclas, un poco temblorosa. Mis manos sudaban por culpa de los nervios.
Su cabello rubio brillaba a causa de la iluminación, sus hombros estaban ligeramente descubiertos por el vestido que usaba. Cerró los ojos y apretó un poco los labios, después los abrió y vi sus iris azules más claros por la luz que estaba sobre ella.

Los arpegios de la canción comenzaron, suaves, piano, y la melodía surgió poco después de éstos. 

Mi corazón latía casi desbocado por la expresividad de la canción. Delilah mantenía un perfil serio, sus ojos estaban concentrados en las teclas, aunque a veces los apartaba para ver al frente, fruncía un poco el ceño y nuevamente volvía a relajar su semblante. 

Los sentimientos de Delilah hacia mí eran hermosos, tal como la melodía que estaba creando con sus blancas y delgadas manos. Unos arpegios abstractos aparecieron y guardó silencio, para esperar entrar nuevamente. 
El motivo de la canción se volvió a repetir, más intenso, más fuerte, tan puro y expresivo, entre octavas claras, sin error alguno, seguido de escalas descendientes que posteriormente subieron, hasta volverlo a repetir, de una forma más suave, dulce y tierna, que hizo que en mis ojos se acumularan las lágrimas. ¡Oh Delilah! ¡Cuánto la amaba! ¡Cuánto tiempo había callado mi amor por ella! Y ahora, ella me lo gritaba en cada nota que salía de ese enorme piano, que hacía parecer a Delilah tan pequeña y frágil. 

Alzaba las cejas en las últimas notas, que eran dramáticas y exquisitas. Finalizó con unos acordes suaves y dejó ahí sus manos, clavadas en las teclas. La sala se quedó en total silencio hasta que las separó con delicadeza para que cayeran sobre sus piernas. 
Todo lo que había ahí eran aplausos, y la sonrisa de Delilah, que miraba al público que estaba sumergido en la oscuridad. 
Aplaudí tan fuerte como nadie más, o eso creía yo. 

-Ha sido hermoso, Delilah -le dije abrazándola fuertemente con el ramo de flores en mi mano. 

-¿Te gustó? -alzó las cejas sonriendo espléndidamente. 

-Gustar es poco para lo que me pareció...fue arte, fuiste tú...gracias por expresarme tus sentimientos a través de aquella maravillosa pieza. -le entregué el ramo, el cual aceptó enseguida aún con la gran sonrisa sobre su hermoso rostro. Y la besé tan suave y delicadamente como pude. 

-Gracias por ser tú la que me ha hecho sentir todo lo que dije en esa pieza. 



Sweet MelodiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora