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Ver a Delilah tocar ese piano me hace pensar y sentir muchas cosas...como por ejemplo: 

1.- Me gustaría ser el piano.

2.- Que envidia le tengo. 

Ella está tan concentrada tocando que no presta atención a la forma en la que la veo ahora. Desde la primera vez que nos vimos, sentí una atracción inmensa, pero ahora lo que siento es...deseo. 

-Joder...-Exclamó quitando bruscamente las manos de las pulcras teclas. 

-¿Qué ha pasado? -Le pregunté ligeramente preocupada. 

-No es nada...simplemente ya no puedo seguir, mis músculos duelen...

-¿No crees que te estás esforzando demasiado? Deberías ser más cuidadosa -Le dije en tono realmente preocupado. 

Me miró de una forma indescriptible, parecía que estaba enojada y miedosa a la vez. Se levantó del banco y se paró justo enfrente de la ventana, aquella por la cual se veían los demás estudiantes de música. 

Creo que a Delilah le hace falta relajarse y pensar tranquilamente. Meditar sobre la pieza que tocará. 

Me levanté y me dirigí a la puerta. -Bien, creo que te dejaré sola...- Le dije tímidamente con la mano en la perilla. Ella no contestó, pues aún veía a la nada. Sus ojos azules que me capturaban estaban perdidos...y yo estaba perdida en la inmensidad de ellos. Abrí la puerta y salí del salón, me quedé recargada en la puerta que estaba detrás de mi. 

Suspiré profundamente. Nunca había visto a Delilah así desde que comenzamos a salir desde hace 6 meses, la noto nerviosa y más exigente con ella misma, sé que la música es así. Pero no quiero ver que abuse de sus capacidades. 

Me sentía frustrada. Además...esos pensamientos que estaba teniendo cuando la vi tocar...ahora también soy sucia. 

La puerta que estaba detrás de mi se abrió y me caí hacia atrás reprimiendo un pequeño grito. Pero pude sentir que al final no toqué el suelo, sino que unas cálidas manos que ya había tocado antes me sostuvieron.  

El mar azul de Delilah me observó curiosa y sonriente, su cabellera dorada caía sobre mi cara. Y seguramente mi cara era la de una estúpida...una que estaba perdidamente loca por ella. 

Acercó su cara mucho más a la mía y sus rizos bajaron más, hasta cubrirme el rostro. Sus labios se fundieron con los míos en la extraña posición en la que estábamos. Tan solo tenerla así conmigo, hacía que todo lo demás se me olvidara, pues todo parecía carecer de sentido cuando estaba a su lado. 

Al subir la cabeza, noté su sonrisa perfecta. No quería que se alejara, quería seguir besándola, pero no era el momento ni el lugar adecuado, así que me ayudó a incorporarme y me jaló al interior del salón. Cerró la puerta con brusquedad y me pegó a esta con su cuerpo, que era aún más cálido. Sus besos se intensificaron, y conocí a una Delilah que además de ser seria y gentil, también podía ser atrevida y escandalosa. Sus manos comenzaron a recorrer toda mi espalda y mi estómago, yo solo enredé mis manos en su cabello y la atraía más a mi. Jamás ninguna de las dos había sobrepasado los límites, todo con Delilah había sido dulce, pero este tipo de dulzura también me estaba volviendo aún más demente de lo que ya estaba. 

-Lo que pasa es que me distraes...por eso no puedo tocar bien -Dijo Delilah entre jadeos con una sonrisa para después besar mi cuello. 

Jadeé ante su acción, quería más de ella. Quería todo de ella. 

Escuché que unos pasos se acercaban y empujé a Delilah con esfuerzo, pues ella estaba abrazada fuertemente a mi. Cuando se alejó, pude ver en sus ojos miedo, y seguramente en los míos también. Nos acomodamos la ropa y el cabello rápidamente y borré el rastro de su labial en mi cuello. 

Los pasos se acercaron aún más y se detuvieron enfrente de la puerta, después se alejaron. 

Ambas respirábamos agitadamente mientras nos veíamos. 

-Suficiente, Delilah...ponte a estudiar, no podemos hacer esto aquí -Le dije conduciéndola nuevamente al piano y la senté. 

- E-e-está bien, trataré de concentrarme, pero no me pidas que lo haga bien después de lo que acaba de ocurrir. 

Vi sus manos temblorosas en el piano por los nervios y me alejé sin muchas ganas. 

-También debo estudiar...nos vemos más tarde -Le dije y salí del salón. 



Sweet MelodiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora