—¡Llegas tarde! —me increpa Beth, cruzada de brazos, nada más entrar por la puerta del restaurante.
—Lo siento mucho cariño, pero no te vas a creer lo que me ha pasado... —le doy un beso en la mejilla y me siento frente a ella, mientras me mira con los labios apretados y el ceño fruncido.
Hice la reserva con un par de meses de antelación para celebrar nuestro aniversario y la he cagado... Siempre me lio haciendo cosas y se me va el santo al cielo, incluso cuando quedo con ella. Me dio un ultimátum: «No habrá próxima vez, Tom».
—Más vale que tengas una buena excusa, y convincente. —dice.
«Como cada sábado, me he levantado temprano para salir a correr con Marty. Hemos hecho nuestra ruta por el parque y de camino a casa me he encontrado con Henry, el cartero. Ese hombre es una máquina, ¿sabes? La edad ha pasado por él como por todos, ¡pero ahí le tienes, rondando los sesenta y hecho un chaval, tirando del carro de correos como un toro! Sigue conservando su metro ochenta de estatura. Lleva unas pequeñas gafas redondas y una poblada barba blanca. Además, se está quedando calvo. Me recuerda a Santa Claus...»
—No me cuentes historias... —dice, arqueando las cejas y con voz profunda. Está muy enfadada y creo que ya lo tengo todo perdido, pero le diré la verdad.
«Nos hemos cruzado a mitad de camino y le he saludado con la mano, como siempre. Él me ha devuelto el gesto y ha seguido con su reparto. Antes de que pudiese llegar a casa, Marty se ha puesto a ladrar y a tirar de la correa. Llevaba los casos puestos y no le he prestado atención, pero ante su insistencia he levantado la vista y he visto a Henry tirado en mitad de la calle».
—¿Y qué ha pasado? —pregunta, ahora parece preocupada.
«He corrido hacia allí y he llamado Emergencias. Los vecinos han empezado a arremolinarse alrededor, y algunos decían que habían escuchado un ruido, como un disparo. Bajo el chaleco azul ha empezado a aparecer una mancha oscura y viscosa, sangre. Me he quedado con él, intentando mantenerle despierto, hasta que ha llegado la ambulancia. Después, he dejado a Marty en casa, he cogido el traje y he ido al hospital. Y aquí estoy...»
Me mira con ojos vidriosos. Definitivamente, no me cree.
—¿Te das cuenta hasta dónde llegas...? —niega con la cabeza y se dispone a levantarse, pero la freno agarrándola de la muñeca.
—Déjame que te muestre algo —digo, levantándome. Me señalo los pies para que vea que aún llevo puestas las deportivas y le entrego una carta certificada a mi nombre, manchada de sangre—. La llevaba en el bolsillo del chaleco... Es para ti.
Es del Juzgado. Ya tenemos fecha para la boda. No se lo esperaba y se echa a llorar:
—Feliz aniversario, cariño.
Ahora queda investigar quién ha matado a Henry, y mis hombres ya están trabajando en ello.
Idea extraída de las restricciones propuestas por El Libro del Escritor: debe haber un giro argumental, deba aparecer un personaje con estas características físicas: calvo, con gafas, barba, 1.80m, debe llegar el cartero/ la cartera con una carta certificada.
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Historias de Thai, recopilación de relatos
RandomRelatos publicados en la página https://historiasdethaisite.wordpress.com/