El lápiz mágico

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La de cosas que se podrían hacer si cada uno de nosotros tuviera un lápiz con el que poder dibujar o escribir todo lo que quisiéramos, ¿verdad?

Algunas personas se dedicarían a llenar las ciudades con frases imborrables en las fachadas de los edificios (porque una de las características que hacen que este lápiz sea especial, es que nada de lo que se haga con él puede ser destruido): escribirían extractos de poemas de amor o cartas anónimas, letras de canciones, y frases de todo tipo. Claro que sería difícil que esa idea gustase a la mayoría, porque es imposible que todos pensemos igual.

¡Ya, ya! Seguramente estás pensando que la solución a estos problemas sería muy sencilla si con ese lápiz pudieses redactar un documento que te otorgase plenos poderes sobre el mundo y todos sus habitantes. Nada mejor que eso para cambiar todo aquello que está podrido en el planeta (no solo la suciedad ambiental, también la social). Si cayese en buenas manos, eliminaría las enfermedades y las desigualdades existentes entre la población; si cayese en malas manos... Sería como ascender a un político al nivel de Dios pero peor, porque no podríamos hacer nada para escapar de su control. Definitivamente, esto tampoco gustaría a nadie...

¿Sabéis qué estaría genial? Dibujar una puerta que nos transportase a cualquier lugar del mundo al instante, como sucede con el bolsillo de Doraemon, o en Las Crónicas de Narnia. Así podríamos visitar a nuestros amigos y familiares que se encuentran fuera de nuestro país por estudios, trabajo o circunstancias de la vida.

En mi caso, la dibujaría en una de las paredes de mi habitación, para utilizarla siempre que quisiera. Viajaría a París cada fin de semana, pasaría unas Navidades en Alemania con una amiga, un treinta y uno de diciembre en Viena para asistir al concierto de Año Nuevo, unos carnavales en Río y un verano en Nueva Zelanda. También asistiría a todos los conciertos de mis grupos favoritos, gratis (porque seleccionaría que la puerta se abriese donde yo quisiera y me ahorraría las colas). ¡Molaría muchísimo! Pero supongo que llegaría un momento en que me quedase sin lugares que visitar, o no tuviese tiempo suficiente para seguir utilizándola; porque según te vas haciendo mayor, también crecen las obligaciones.

Ahora, hablando en serio. Si tuviese que emplear los poderes de un lápiz mágico, modificaría los estados de ánimo de las personas que me rodeasen. Dibujaría sonrisas en los rostros tristes y levantaría las cejas de los ceños fruncidos. Vale, es imposible vivir en un estado de alegría constante, pero no creo que cueste tanto trabajo sonreírle al mundo cada día. Es agradable para el alma de uno mismo y de los demás.

También dibujaría la felicidad. Una burbuja de grandes dimensiones, como las de la misma Luna, y del color del arcoíris. Abriría la puerta de la pared de mi habitación y la echaría a rodar, conmigo dentro. Iría repartiendo felicidad por todo el mundo y podría recoger a la gente que quisiera subirse, de todas las razas; porque ante ella, todos somos iguales. Las fachadas de los edificios cambiarían de color a nuestro paso, las calles de las ciudades lucirían más alegres y vistosas; y las expresiones de la gente cambiarían al contacto con la burbuja, dejando atrás los rostros tristes y los ceños fruncidos.

¡Qué bonito es soñar despierta!

Historias de Thai, recopilación de relatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora