Capítulo 21.

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EDITADO 13.08.2018

Evan solía agregar a todo lo demasiado dulce un "de chocolate" al final cuando era pequeño, porque bueno, asociaba al chocolate con lo dulce. Entonces.

Lunes de la semana de chocolate.

Las reglas del campus eran ridículas, pero no se quejaba. El almorzar en la cafetería era opcional, podías, literalmente, hacerlo donde quieras. Claro que la gran mayoría que vive cerca prefiere irse a su casa por su propia comida, una opción mucho menos agresiva para sus bolsillos y para sus hígados.

Louis le propuso a Harry almorzar en algún lugar a las afueras de la ciudad. Bueno. Realmente no le dijo que sería a las afueras. Sólo le ofreció invitarle a almorzar, a lo que el rizado gustoso aceptó. Festejarían su primer lunes como una pareja oficial, o algo así.

Al llegar, se trataba de un pintoresco bar de madera, decorado sutilmente por pequeñas enredaderas que trepaban las paredes, con flores blancas y desparramando un aura romántica. Harry quedó boquiabierto, fueron alrededor de veinte minutos de viaje pero, valió completamente la pena a pesar de que les quede la mitad de tiempo antes de volver a las clases.

—¿Esto está pasando? ¿Realmente? —Se preguntó el rizado, más a si mismo que a un sonriente Louis sentado del otro lado de la mesa.

Esperaban que traigan su orden, en el medio de ellos había un arreglo floral con demasiadas flores y cosas como para describirlas.

—Yo tampoco lo creo —respondió Louis, sin quitar la sonrisa de su rostro —. Por un momento... pensé que todo había acabado.

Su sonrisa flaqueó, dejando entrever un destello de tristeza en sus ojos, al instante se fueron, pero ahí estuvo.

— Lo siento, amor... Es que tenía la cabeza en la luna, y jamás había pensado si quiera en que podrías sentir lo mismo y no-

¿Amor? ¿Muy pronto? Meh.

Louis tomó su mano, provocando que bajara el volumen de su voz y le prestara atención. Sus ojos verdes enfocados en los azules que eran, ciertamente, preciosos con la luz de las ventanas.

—No tienes de qué preocuparte, no me arrepiento de nada si eso fue lo que nos trajo hasta aquí.

Dicho eso, estiró su mano y beso el dorso de esta, a puro estilo antiguo, provocando que el rostro de Harry sufriera demasiado al sonreír exageradamente.

—Dijiste amor.

—Si...

—Es la primera vez que me llamas así —comentó, con sus mejillas en un tono carmesí.

Harry sonrió: — Y no será la última, amor.

De camino a la ciudad, mientras Louis conducía tranquilamente por las calles no tan congestionadas y Harry cantaba bajito alguna canción que sonaba en la radio, el ojiazul le comentó al rizado de sus días sin visitar su casa.

—Conocí a un grupo de chicos el martes, durante el almuerzo.

—Oh.

—Son como, demasiados, todos ellos tienen nombr-

—Obviamente. —Louis lo miró de reojo, ignorando su comentario y continuó.

—Nombres difíciles para recordar, o al menos la forma en la que les dicen.

—¿Y?

—Y resulta que uno de ellos –bueno, el más alto de ellos, cumple años este viernes o alguno de los días del fin de semana...

Shut up, brat!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora