Capítulo 25.

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EDITADO 17.08.2015

El cuerpo entero de Harry se tensó al momento de devolverle el abrazo.

—¿Qué mierda...?

Alex soltó un sollozo, murmurando algo incomprensible.

Ella era como, apenas unos pocos centímetros más alta que Louis. Tomó su rostro entre sus manos nuevamente, separándola de su cuerpo. Tenía ojos cafés, pero sabía que con el sol se tornaban de un raro verde. Su cabello desparramado, lacio, largo y negro caía un poco sobre su rostro. Exigió una respuesta silenciosa.

Alex apenas tenía diecinueve años, tenía una actitud cambiante que te cagas y una preferencia indiscutible por los chicos altos. Soñaba demasiado, pasaba más tiempo allá que acá, tenía todo su futuro planeado.

Ella.

Embarazada.

Las cargadas lágrimas que caían de sus ojos solamente le indicaban lo desesperada que se encontraba en ese momento.

Ni si quiera podía pensar en lo que un hijo podía significar a estas alturas de sus vidas.

—¿Cuánto tiempo? —Atinó a preguntar, acunando la cabeza de la pelinegra en su pecho.

—No lo sé, no tengo idea... —Susurró, casi inaudible.

Intentaba dar vueltas en su cabeza para tratar de buscar algo, algo sólido de lo que apoyarse, algo real para solucionar esto o simplemente saber qué decir. Nada.

—¿La sangre? —Sólo continuó preguntando. Sintió los puños de Alex presionarse en su espalda justo antes de separarse.

Tomó la manga de su suéter, y le mostró recientes cortadas, eran sólo cinco lineas, demasiado profundas y maltratadas por la falta de atención.

—Santa mierda...—Susurró el rizado, abriendo enormemente sus ojos.

Fue como una bofetada con una mano de hielo, básicamente. Enfriando cada parte de su sistema y haciéndolo despertar de una maldita vez. Alex continuaba llorando, desconsoladamente, pero sin emitir un solo sonido... Quizás eso era como demasiado, no. Mucho peor.

—Iremos al hospital, Al. —Anunció, sin esperar una respuesta a cambio, comenzó a caminar por la habitación buscando algo de ropa.

Alex lo miró sorprendida, luego con un pequeño deje de pánico para terminar, por fin, con una expresión enfurecida.

—No quiero.

—Irás conmigo.

—No.

—No te pido que quieras.

Tomó su mano. Alex llevó su mirada hacia abajo en cuanto el rizado entrelazó sus dedos. Suspiró en rendición. Mientras caminaban a la salida tomó su teléfono celular y se dirigieron a la camioneta de Louis. Harry se aseguró de que tuviera puesto el cinturón de seguridad y trabó todas las puertas antes de volver a la habitación.

—No te irás de aquí. —Le dijo, a través del vidrio.

En cuanto volvió en sus pasos, se encontró a la seguridad del edificio ya en su posición. Observó la hora en su teléfono y. Doce en punto. Como que. Mierda.

Habló con el hombre, causalmente era el mismo que le había concedido el permiso de prepararle toda una cursi sorpresa a Louis en las afueras del edifico en cuestión. Le explicó que debían ir urgente al hospital porque les agarró una especie de virus a ambos –Alex y Louis– por la comida, y le aseguro que volverían en un par de horas.

Shut up, brat!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora