Capítulo 32.

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EDITADO 05.09.2018

Parecía la escena de un sueño.

Harry podía sentir la pequeña respiración de la bebé en sus dedos, mientras le acariciaba el rostro con suma delicadeza, como si del cristal más fino se tratase. La habían limpiado vagamente con alguna especie de trapo, aún conservaba algunos rastros de sangre y grasa en su pelo.

Sonrió, no podía dejar de admirar su rostro tan pequeño. Vio el momento exacto en el que la bebé abrió sus ojos nuevamente, asustada.

No cayó en cuenta que el estruendo en el fondo de su cabeza, realmente estaba pasando en las puertas del quirófano. Creyó oír una voz familiar gritar que todos se alejaran y se giró, instintivamente, amenazante.

Sentía cada parte de su cuerpo entrar en un raro estado entre nervioso y completamente furioso. Intentó moverse para devolverle la bebé a Alex, pero Charlie, con una sonrisa cínica, lo apuntó con un arma.

—Veo que la bastarda ya ha nacido —le espetó, tratando de observar el bulto en los brazos del rizado sin despegar sus pies del suelo. Su arma apuntaba directo a su cabeza.

Se quedó estático. Era la primera vez que sentía el peligro latente en su cabeza, era la primera vez, también, que lo apuntaban con un arma. No se movió, entonces. No podía hacer mucho más que mirar alerta todo lo que podía de la escena al frente suyo.

Oficiales de seguridad aparecieron justo detrás de él, quedándose inmóviles al observar como dirigía su arma a la muchacha de cabellos negros, puntas rojas desvanecías, que aún permanecía en la camilla. Todos los oficiales le apuntaban directamente, un mal movimiento y recibiría un disparo.

—Púdrete, gilipollas —le espetó Alex, echando fuego, intentando hacerle frente a la situación a pesar de su debilidad.

Observó todo lo demás en cámara lenta, la pistola dirigiéndose al bulto de mantas en sus brazos, Charlie con una sonrisa enferma en su rostro, él mismo colocando su brazo y tratando de girar su cuerpo para proteger a la bebé.

—¡A mi hija no la tocas, cabrón! —Gritó Alex, haciendo un amague de levantarse de la camilla con sabrá quién que fuerzas.

El cañonazo cortó el aire, el ruido, todo a su alrededor.

Uno de los oficiales disparó luego de ello, dándole en las rodillas. La horda de oficiales se lanzó sobre él, tratando de inmovilizarlo. Antes de que llegaran a él, sintió el sonido de otro disparo, esta vez, dejando sus oídos pitando.

Tenía miedo de sostener a la bebé contra su pecho con demasiada fuerza como para hacerle daño. Se arrodillo en el suelo, tratando de averiguar por qué sus piernas fallaban. Vio desde esa posición, muy claramente como Charlie recibía otra bala, esta vez, en su cabeza. Intentó cubrir a la bebé con todo su cuerpo, intentó apaciguar el estruendo de afuera, tranquilizarla y que dejara de llorar.

Sus ojos lo habían proyectado todo lentamente hasta que, justo cuando enfermeros ingresaban para quitar el cuerpo inmóvil de Charlie de la sala, se reanudó todo de golpe, acelerando la película en su cabeza. Gente ingresando, oficiales acercándosele, médicos en completo pánico, pacientes gritando.

Le quitaron a la bebé para llevarla a lo que suponía eran sus controles. Trató de dirigir su mirada a Alex, pero sintió un escozor en el brazo. Notó la sangre que goteaba de este, llevando su mano hacia el lugar afectado y sacándola de ahí cubierta de sangre. Su vista se nubló.

Supo que lo sacaron del lugar, muy a su pesar. Luego de eso no supo más.

Shut up, brat!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora