Epílogo. Parte II

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EDITADO 02.12.2018

Dos años y un poco más en el cercano futuro.

Harry era una mancha blanca correteando por todos lados, ingresando en cada puerta que sus manos podrían alcanzar... ¿Cómo era posible? La perdió, definitivamente la perdió... Y genial, sus manos habían comenzado a temblar a ese punto.

Recorría los pasillos a gran velocidad abriendo toda puerta que este a su alcance, mientras pueda ser abierta... Su esmoquin se debatía peligrosamente entre el blanco y algo completamente no blanco, faltando solo un movimiento en fácil para determinar aquello. Al correr su corbata se había aflojado y la rosa roja abrochada furiosamente a su bolsillo lo abandonó corredores antes... El hotel ahora mismo parecía inmenso.

Sus zapatos negros apenas y hacían ruido contra el tapete de los pasillos, escuchándose un leve murmullo de fondo y su agitada respiración. De verdad, tenía que ser así de inútil en insistir jugar a las escondidas.

—Maldito seas, Harry Styles —se insultó a sí mismo, llegando a una habitación cercana a la que había usado como vestidor.

—Papá dice no, eso no dice —su pequeño y desacertado acento británico resonó en sus oídos como un regaño, tal cual ella lo pretendía.

Buscó presurosamente el origen del sonido con la cabeza, casi haciéndose daño, encontrándola entre unos cojines a punto de quedarse dormida. Tenía el entrecejo fruncido y una expresión similar a la que Louis colocaba al momento de regañarlos a ambos.

Suspiró fuertemente, aliviado y un poco divertido. Se acercó lentamente, acechándola a lo que Lea comenzó a gritar desesperadamente, intentando correr.

—¡No podrás volver a esconderte! —Exclamó el rizado, casi con alarma —. Nunca. Jamás.

Logró adelantarse a sus movimientos y la tomó en sus brazos, recibiendo cualquier tipo de gritos en protesta. Los dirigió a ambos hacia la habitación de Harry.

Lea llevaba un vestido blanco con grandes y delicados detalles en negro, completamente impoluta de pies a cabeza, señal de que realmente no ha trotado tanto como Harry para esconderse. Sus pesitos estaban cubiertos por un par de zapatos blancos y en su cabello llevaba una tiara, descolocada ahora pero anteriormente colocada con mucha elegancia. Ahora deberían ver que Katia los arregle a ambos.

La pequeña torció el gesto.

—Galleta.

—No es la forma correcta de pedirlo, lo sabes...

Pofis...

—Cerca, pero no podemos comer ahora, amor. Tenemos cosas que hacer —respondió, plantándole un beso en la mejilla.

—¿Papá? —Su rostro era de inocencia pura, pero una ceja indiscreta se había alzado sin su permiso, anunciando clara confusión.

Su rostro... Dioses del mismísimo olimpo, su rostro era demasiado similar al de los Bullock, con labios sumamente rellenitos y ojos verdes... Hermosos ojos verdes. Harry admiraba la forma en la que Louis, a veces, quedaba totalmente embelesado mientras él la hacía dormir, derramando un par de lágrimas una vez que se aseguraba de que ella no podía verle. Era demasiado parecida a Alex, y ambos la extrañaban...

—Iremos a verle ahora, ¿te parece? —Cuestionó, picándole la nariz.

Rio sutilmente, observando como Katia ingresaba al lugar con una mueca de horror al ver el estado de Harry.

—¡Estas completamente loco! —Vociferó, alto, enojada, al borde de la histeria.

—¡Perdí a la niña! Sólo podía pensar que Louis me mataría, y luego mamá y luego tú.

Shut up, brat!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora