Capítulo 30.

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EDITADO 02.09.2018


El medico estuvo complacido de anunciarles que era una bebé saludable y fuerte, sin complicaciones.

Le informó a Alex la fecha próxima a la que debería hacerse más controles y se retiró dejándoles privacidad, argumentando que iría a buscar los estudios impresos.

—Vosotros dos sois patéticos —espetó Alex al par que se abrazaba y no dejaban de soltar lágrimas.

Limpiaba las propias mientras se reía de su propio comentario. No se sentía con el derecho a llorar, a emocionarse. Pero tampoco se sentía bien decir que se había emocionado más por la reacción de Harry que a por lo que ha escuchado en ese momento.

—Será una nena hermosa... —le susurró Louis a Harry, en su propio mundo.

El rizado no era más que un desastre de lágrimas, cabellos revueltos, sonrisas y suspiros tratando de controlarse. Louis tenía las lágrimas secas en su piel.

Mientras Alex sostenía los estudios impresos contra su pecho, subieron a la camioneta para dirigirse de vuelta al campus. Louis propuso que quizás podrían ir con la noticia a la casa de los Styles, y llamar a su madre en el camino, a lo que sus acompañantes contestaron positivamente.

Evan sencillamente podría parecer el niño más feliz al saber que su ya denominada sobrina sería mujer. Le hablaba insistentemente a Alex –más bien a su vientre– y esta sonreía ante tal escena.

Des era un mar de lágrimas incontenible, abrazando con insistencia a la pelinegra, Anne no estaba mucho mejor, abalanzándose a los brazos de su hijo. Jay, del otro lado de la línea se había limitado a gritar muy escandalosamente y asegurarle a su hijo que no estaba llorando –cosa que era, obviamente, totalmente mentira-.

Por las semanas siguientes rondó la preocupación. Alex se hizo los controles pertinentes y mientras Louis o Harry corrían de un lado a otro en horarios impensables ante los antojos de la pelinegra, surgía la pregunta que tanto temían sacar a flote.

—¿Por qué aún no la he sentido moverse? —cuestionó Alex con preocupación.

No era un examen de rutina, estaba en el medico por unos análisis diferentes y aprovechó para visitar a su obstetra y así resolver sus dudas.

—Bueno, Alex, mira...

Recostada perezosamente en su gran colchón, hojeaba algunos apuntes mientras leía desinteresadamente un libro de Bilogía para su próximo parcial. Alex se encontraba comiendo, también, una barra de chocolate Kit Kat –la cual Louis literalmente había tenido que correr a comprársela–, sintió un leve pinchazo en la parte baja de su vientre.

Se retorció y un quejido de dolor salió de sus labios.

Unos ojos azules con aspecto alarmado se dirigieron a ella.

Sintió un escalofrío, se sentía como una molestia, como cuando solía tener cólicos, pero menos doloroso. Su primer instinto fue asustarse y llevarse una mano hacia el lugar. La molestia volvió a repetirse y lo sintió justo en la palma de su mano. Un pequeño golpecito.

En su rostro se pintó una sonrisa, y no tardó en echarse a reír casi con histeria. La mirada de Louis la seguía en cada movimiento, alarmado y confundido. No tenía idea cómo reaccionar, siempre que Alex presentaba algún dolor o molestia era Harry quien tomaba las riendas de la situación y la ayudaba. Pero ese día era viernes, santo viernes y el rizado aún estaba en la casa de sus padres.

Shut up, brat!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora