CAPITULO IV

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-No, no te voy a dejar sola- dijo Carleth decidida, su madre la miró con dulzura pero esa mirada se esfumó en un instante justo al momento de decir las siguientes palabras.

-Tienes que ir, las puertas se cerrarán pronto, lo que logren cruzar... serán pan comido para mi, no te preocupes, te prometo que te alcanzaré luego mi niña bonita- y tras decir eso, corrió en dirección a los sujetos que a su vez también sacaban armas, Carleth se apresuró a la puerta, justo en el momento en que iba a tocar la puerta con todas sus fuerzas, ésta se abrió como si ya supieran que ella se encontraba ahí parada.

Un hombre de cabello corto apareció detrás de la enorme puerta con una sonrisa de oreja a oreja mientras le tendía la mano izquierda.

-Mucho gusto señorita, mi nombre es Erick- ella cogió la mano del hombre distraída, solo podía concentrarse en su Madre y en su bienestar.

-Erick... Mi Mamá... ¿Puedes ayudar a mi Mamá?- dijo ella girando su cabeza hacia su Madre quien disparaba con una precisión y puntería realmente increíble al momento en que las puertas se cerraban con la misma lentitud de antes, impidiendo que mas de esos sujetos entrará.

-Me parece que se las puede arreglar muy bien sola pasa, ¿Quieres un poco de té?- ¡Ese hombre era tan descuidado! ¡Estaba demasiado relajado aun cuando estaban atacando sus aposentos!.

-¡No quiero tu maldito té! ¡Discúlpame pero si no vas a ayudar a mi Mamá, lo haré yo!- Carleth se giró violentamente hacia donde estaba su Madre donde habían cesado los disparos sin que Carleth se diera cuenta, sus ojos se abrieron por la impresión sabia que su Madre denotaba un aura peligrosa pero no a tal grado.

-Ah... Te pareces tanto a tus padres... ¿Me pregunto si también heredaste la inteligencia de Lucius?- dijo el hombre con aire pensativo, su Madre por su parte, guardo aquella extraña arma y se dirigió hacia ellos dándose golpes en el Trapecio*.

-¿Que estás haciendo Erick? ¡Ábrenos ya maldito! Estoy cansada... Hace tiempo que no hacia trabajo de campo- su Madre parecía haberse transformado en otra persona ¿O es que así había sido desde siempre?.

Trabajo de Campo... Alguna vez su Madre le contó que ella llegó a realizar trabajo de campo aunque nunca se imagino que a esta clase de trabajo de campo se refería. Ella siempre había dado por sentado que se trataba de recolectar cultivos como lo hacían naturalmente los campesinos en la realidad.

-Mamá... Tú...- no podía hablar, había tanta impresión en su cerebro que le impedía procesar el hecho de que su Madre, una mujer fuerte (Literalmente hablando), haya sido capaz de hacer cenizas con un grupo de once hombres justo antes de que pudieran siquiera tocarles un pelo.

-A callar, entrarás y tomarás un poco de té, después de que te calmes un poco te lo explicaré todo, te debo una respuesta ¿Recuerdas?- Carleth no sabía con exactitud cuantos minutos habían transcurridos estando ahí adentro sin embargo, los roles que habían tomado el día anterior estaban completamente al revés.

Ahora su Mamá parecía la valiente y ella el pobre cachorrito ingenuo e ignorante que buscaba protección. Se encontraban en una especie de sala donde en medio se encontraba una pequeña mesa con una juego de té de porcelana con tres tazas exactas muy bien acomodadas.

-Siento haberme demorado en abrir la puerta, es solo que tenía que preparar el té para cuando ustedes entrarán- dijo Erick disculpándose pero sin quitar aquella perturbadora sonrisa de oreja a oreja de antes. Su Madre se acercó a él con paso decidido y lo agarró por la camisa bien planchada de color hueso que llevaba aquel hombre.

-¡Cabrón! ¡Ya verás me las pagarás...!- los gritos de su Madre fueron interrumpidos por una voz mucho mas potente que parecía venir de todas partes.

-Paren ya, Alene, Erick, dejen que la chica beba su té y llévenla de inmediato ante mi- la voz sonaba autoritaria, su Madre y aquel sujeto llamado Erick se separaron de inmediato con muecas en sus rostros, como niños regañados, Carleth jamás había conocido aquel lado infantil de su Madre, solo cuando jugaba con ella de chica y ya de eso bastante.

-Toma tu té...- dijo Erick indicándole con la mirada que se sentara y ofrenciendole al mismo tiempo una de aquellas tazas.

Al final se unieron aquellos dos formando así un gran silencio en la estancia. Carleth bebía su té con tranquilidad pensando en que pregunta de las tantas que tenía debía formular primero. Dejo la taza en aquella mesita de centro y miró decidida a las dos personas que tenía en frente.

-Primera pregunta, ¿Que es este...?- comenzó a decir pero fue interrumpida por su Madre.

-¿Ya terminaste tu té?- el tono habitual que usaba con ella había vuelto aunque aun así, Carleth distinguía la diferencia entre el de antes y el de ahora.

-Responde, dijiste que...- de nuevo fue interrumpida pero esta vez por Erick que ahora no mostraba una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Esto lleno de terror a Carleth.

-¿Terminaste tu té?-preguntó de nuevo Erick, ambos la miraban detenidamente como si esperarán a que de repente ella hiciese algún movimiento en falso. Carleth asintió confundida respondiendo a la pregunta formulada dos veces y sintiéndose chiquita ante aquellas miradas inquisitivas que de repente cambiaron a unas de asombro total, pero no tanto por parte de su Madre que parecía mas saltar del gusto.

-Ni modo, te llevaré ante Joseph- dijo su Madre levantándose mientras dejaba su taza medio llena en la mesita al igual que su hija.

Carleth se levantó al momento que su Madre, caminando aun con la confusión en la cabeza.

-Hey niña- Carleth paró sus pasos al igual que su Madre y se giró a medias, observando por el rabillo del ojo como el sujeto comenzaba a sonreír de nuevo y de la misma manera de antes -¿Acostumbras recibir té de un extraño?- ella lo ignoro por completo y siguió caminando, mientras veía como a su madre se le formaba una sonrisa victoriosa en el rostro, como si hubiese ganado la gran lotería.

Caminaron durante varios minutos entre pasillo que conectaba a pasillo, hasta que llegaron a una puerta enorme de nuevo, pero no tan grande como la anterior. Esta puerta estaba hecha de madera y no de metal como la puerta principal, en esta estaban grabadas numerosas escenas de combate, dándole una hojeada, Carleth pudo distinguir dos rostros demasiado familiares para ella.

-¡Permiso para entrar!- dijo su madre fuerte y claro.

-Entra ya Alene, no estamos en la milicia- dijo una voz desde adentro de la habitación la misma voz que Carleth había escuchado antes de beber ese extraño té.

-Lo sé, solo quería agregar algo de dramatismo ¿No te parece?- peguntó su Madre abriendo la enorme puerta con las dos manos y camino por delante de Carleth -De todas formas... somos familia ¿No?-.

*Trapecio: Musculo que conecta el hombro y el cuello.


















Viajeros del Sueño: Línea De Almas. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora