Viajeros del Sueño: Línea De Almas. [Terminada]

CAPITULO XXXIII.

La niebla abrazaba todo el piso haciendo que la tierra café oscura se tiñera de blanco por culpa de ésta. Los pies de la muchacha se arrastraban por el piso barriendo la niebla a su paso, sus pies eran huesos moviéndose de adelante hacía atrás, cualquier persona que la viera en aquel momento diría que aquella chica estaba muerta, ya que así lo parecía. Una sombra a lo lejos hizo que se detuviera y levantara la cabeza que hasta aquel momento había estado mirando el suelo y la neblina, sus cabellos no le permitieron ver mucho pero por la silueta se dio cuenta de que era una mujer.

– ¿Quién eres tú? – preguntó la chica con una voz casi inaudible, la silueta de la muchacha se giró hacía ella con pasos torpes... Como si aquella mujer también estuviera herida, aunque a medida que se acercaba se dio cuenta de que no era así. Aquellos pasos torpes eran porque llevaba un arma bastante pesada para su cuerpo, la salud mental que reflejaban sus ojos era nula, como si aquella chica estuviera más que muerta... Perdida.

Aledis retrocedió como pudo, sus pies no le daban para más. Había perdido de vista a Lowell por lo que desde el inicio en que lo perdió se dio por desaparecida y sola, la castaña no estaba segura si detenerse o tratar de correr ya que no le quedaba nada más que su propia existencia. Aquella chica le infundía un miedo hasta los huesos, nadie había provocado ese efecto en ella y eso que había vivido y visto demasiados horrores, pero nada como lo que tenía en frente. La niebla se disipó, dejando una clara vista de todo lo que había causado la chica que tenía delante.

Una masacre. Aquella palabra se quedaba corta para lo que estaba viendo Aledis, muchos cadáveres regados por el piso y sin cabeza o incluso en pedazos. Aledis había pensado que sus ojos no podía abrirse más por las magullaciones que tenía en ambos ojos sin embargo, sus ojos se abrieron de par en par mientras su pupila se iba haciendo más y más pequeña.

– ¿Pero qué has hecho? – susurró a la mujer que tenía delante con una mirada fría y despiadada, no indiferente sino despiadada. La chica se giró mirando a todos los cadáveres que había dejado atrás y se volvió a Aledis con una sonrisa en los labios, la chica tuvo la oportunidad de observarla mejor.

Aquella chica era un tanto regordeta y más alta que ella, con los cabellos rizos y mucho más negros que los de ella, llevaba un lente en el ojo derecho en el cual se proyectaban unas cuantas imágenes aleatorias a las que la chica prestaba poca atención. Llevaba un uniforme militar pero muy distinto al suyo y al ver una de las medallas se dio cuenta de que era un rango mucho más elevado que ella, Aledis se enderezó con ayuda del tubo que la sostenía y la miró con furia aunque esto poco le importara a la chica que tenía delante – ¿Quién eres tú? – preguntó de nuevo y más seriamente, la chica abrió la boca para responder.

–Soy tu superior soldado, mi nombre es Grace Vandergual.

...

Los ojos de Aledis se abrieron lentamente adoloridos, aunque ya se sentía bien aún seguía teniendo adoloridas algunas partes de su cuerpo. Aquel sueño no había sido solamente eso sino que un recuerdo, un recuerdo de cuando vio por primera vez a Grace. No fue la mejor situación de todas ni mucho menos, pero al menos fue la única que la vio desde el inicio con su verdadera faceta y no una máscara como todos los demás, ni siquiera Carleth sabía de qué era capaz aquella mujer. Solo Darian y ella sabían.

Se levantó de la cama y se vio en el espejo que tenía delante. Estaba hecha una mierda, eso fue lo primero que pensó al verse. Grace apareció por la puerta un tanto sorprendida de ver a su compañera parada.

– ¿Tenías pensado irte sin avisar? Te recuerdo que ya no tienes a donde ir Aledis– dijo Grace con su voz y tono real, duro y frio, sabía que no tenía que fingir ante alguien como Aledis que aunque no fuera su mejor amiga sabía lo suficiente como para que Grace no fingiera, tarde o temprano dejaría de fingir con Carleth y le mostraría su verdadero yo y toda su historia, pero ahora mismo no era el momento.