Volví a casa después de dar un paseo alrededor de casa de Diann. No es que fuera un acosador pero quería ver si llegaba a su hogar. Desde el jardín pude ver como entró en su habitación. Pero antes de llegar a casa volví a los acantilados, mi lugar favorito y donde más de una vez estuvieron por quitarme la vida que no pedí vivir.
Llegué a mi casa a media noche y cuando tan solo llevaba media hora allí, mi teléfono sonó. Era un número que no tenía guardado en mi agenda de contactos, no solía coger el teléfono a gente que no conozco, pero al ser esa hora decidí descolgarlo por si había pasado algo.
—¿Ray? —era una voz femenina conocida.
—Sí, ¿quién es?
—Diann. ¿Podemos vernos?
—Vale. Dame unos minutos y estoy allí. No te muevas.
Cogí la moto que tenía guardada en el garaje. No solía ir en ella ya que era una de mis cosas más sagradas y temía que se estropeara, pero la ocasión lo requería. Hacía frío y la casa de la chica estaba a veinte minutos caminando.
Conduje durante cinco minutos y llegué. Toda la casa estaba a oscuras y una silueta estaba sentada en las escaleras de la entrada de la casa. Apagué el motor de la moto y me quité el casco. Ella se acercó apresuradamente, se subió a la moto sin decir una palabra y yo le tendí el casco que había llevado puesto.
—Llévame lejos, por favor —suplicó a media voz mientras me abrazaba con fuerza por la espalda y, fue entonces, cuando arranqué la moto y empecé a correr para volver a mi piso.
Aparqué la moto de donde la había sacado anterior mente y ambos subimos las escaleras hasta mi casa.
Rebusqué en el armario alguna camiseta y escogí una negra lisa, pensé que le podría servir como pijama. Se la lancé y ella la atrapó al vuelo.
—Puedes quedarte esta noche aquí si quieres.
Comenzó a quitarse la chaqueta y seguidamente la camiseta. Era la misma camiseta que llevaba esta mañana. Le quedaba genial. Pude ver de refilón su cuerpo. Ese cuerpo perfectamente imperfecto. Se puso la camiseta que le había prestado y seguidamente se bajó los pantalones dejando al aire sus largas y finas piernas. Se bajó la camiseta haciendo que le taparan los muslos por la mitad. Con una maniobra, se quitó el sujetador por debajo de la tela negra que me pertenecía. Parecía que no era la primera vez que lo hacía, es más, parecía que lo había estado haciendo durante toda su vida ya que no tuvo ninguna complicación.
—Supongo que debo darte las gracias —dijo sentándose en el filo del sofá.
Jugaba con sus dedos o peor, se arrancaba las pieles de los dedos. Los tenía en carne viva y pude ver como en el pulgar derecho salía un hilo de sangre color escarlata. Hasta su sangre parecía diferente a la de todo el mundo.
—¿Cómo sabías donde vivía? ¿Me has estado espiando?
—Bueno, podría preguntarte cómo has dado con mi número de teléfono, pero también podemos dejar correr las dudas.
Asintió delicadamente con la cabeza y miró hacia sus zapatos. Entonces fui a la cocina y rellené dos vasos de agua.
—Toma, será mejor que vayamos a dormir. Tan solo tengo una cama y es el sofá. Puedes dormir en él, yo lo haré en el suelo.
—No... no hace falta. Ya puedo dormir yo en el suelo.
Estuvimos un rato discutiendo para ver quien dormía en el suelo y acabé desistiendo dejando que ella lo hiciera. Le di unas mantas para que las pusiera en el suelo helado y otra para que se tapara. Se tumbó al lado izquierdo, al lado contrario donde yo estaba acostumbrado a dormir.
En uno de los intentos de quedarme dormido sentí como algo se removía entre las sabanas. Contuve la respiración y evité moverme. De repente, sentí como un brazo me abrazaba acompañado de unos sollozos. Quería darme la vuelta para verle la cara y rodearla con mis brazos, pero mi cuerpo no respondía.
Ella lloraba y yo me moría de ganas de saber porque. Quería saber porque me había llamado a esas horas. Quería saber que le pasaba por la cabeza para estas así. Pero no le dije nada. Esa noche fue cuando la comprendí, a pesar de no saber nada de ella. Necesitaba su espacio y si se lo dejabas, ella vendría a ti.
Finalmente me decidí y me di la vuelta. No se veía nada pero pude percibir su cara a pocos centímetros de la mía, su respiración algo agitada tras los sollozos y lo único que hice fue abrazarla y atraerla a mí.

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Run away
Teen Fiction"Ambos eran el error en persona. Ambos intentaron huir del mundo. Ambos se unieron por necesidad" Diann, una chica fría y distante que ha sufrido muchos cambios durante el ultimo año y piensa que todo es culpa suya, puede que tenga razón y que una...