A penas pasaron diez minutos de haber entrado yo en el aula que llegó la pesada de Ginny que tuvo que presentarse delante de la clase como me tocó a mí, evidentemente a ella le salió de forma natural y el profesor pareció encantado con ella, todo lo contrario a mí, pero también fue ridícula y penosa. Se tuvo que sentar a mi lado, más que nada porque era la única mesa que quedaba libre. Le pregunté al profesor si podía separarme de ella y sentarme sola, el cual se negó a dejarme hacerlo. También le propuse que nos cambiara de sitio pero la respuesta fue la misma, así que solo pude aguantarme y esperar a que la clase acabase para poder deshacerme de ella aunque fuesen solo unos dos minutos.
La clase de literatura no llegaba a su fin ni siquiera rogándole a Dios que adelantara el tiempo para llegar a la siguiente hora, a casa o, como ya estábamos puestos, a las vacaciones de verano. Una chica con el pelo liso y de un tono castaño claro y ojos de color miel, estaba sentada en tercera fila. Me estuvo mirando durante un buen rato con una media sonrisa haciendo que, no sé porque, un escalofrío me recorriera por la espalda erizándome el vello de todo el cuerpo. Yo le mantuve la mirada hasta que ella la apartó primero.
—Vamos a ver, Diann, sal aquí delante a explicarnos el tema del poema que acabamos de leer.
—No.
Toda la clase se giró para mirarme, algunos estupefactos, otros con una sonrisa en la cara y otros aguantándose las carcajadas. El único gesto que me salió fue uno de indiferencia mirando hacia el maestro. Me daba igual el tema del poema que supuestamente habíamos leído, claro está, que yo no lo hice, ni siquiera sabía que nos había repartido una hoja con varios poemas.
—¿Cómo dices?
—Lo que acabas de escuchar, no. A parte de que no me interesa, para... —miré el reloj de mi muñeca, las manecillas marcaban que faltaba poco para el cambio de clase.— Menos de cinco minutos para que suene la campana, no voy a salir a hacer el ridículo, que ya lo he hecho antes, delante de una clase que apenas conozco de nada, salvo a la persona que se sienta a mi lado y mis ganas de perderla de vista aumentan prácticamente cada segundo.
Me levanté de mi asiento, dejándolo todo desperdigado por la mesa me dirigí a la puerta que daba a la entrada y a la salida del aula. Me giré mirando la cara del profesor y abrí la puerta.
—Así que, con tu permiso, me voy.
Salí de la clase como si nada. Fui caminando por los pasillos, decidida a no pararme hasta llegar al patio, aunque fue algo difícil encontrar la salida del laberinto de pasillos. Los profesores que pasaban me miraban con curiosidad por saber qué hacía una alumna fuera de su clase, pero aun así no me detuve hasta llegar al exterior. Me apoyé en la pared. Con el paso de los segundos, las ganas de encender un cigarrillo iban a más, así que, simplemente lo hice sin pensar en que está prohibido fumar dentro del recinto escolar. A esas alturas, me daba igual todo, quería pasar de la realidad y ser yo misma en mis propios pensamientos.
—¿Otra vez fumando, Diann?
Y el timbre sonó.

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Run away
Teen Fiction"Ambos eran el error en persona. Ambos intentaron huir del mundo. Ambos se unieron por necesidad" Diann, una chica fría y distante que ha sufrido muchos cambios durante el ultimo año y piensa que todo es culpa suya, puede que tenga razón y que una...