Capítulo once

100 18 1
                                    

Regresé a mi clase con total normalidad a pesar de las pegas de la profesora, que resultaba ser mi tutora, sobre mi extenso tiempo en el lavabo. Sus palabras entraban y salían por mis oídos como si fuese una autopista. Llegó el sermón de siempre sobre mis estudios y mi futuro laboral, yo no quería saber nada de libros con cosas que empollar pero ella seguía insistiendo en ello. Lo cierto es que había pensado trabajar en algún restaurante de comida rápida o en alguna tienda doblando camisetas o en algún supermercado, algún oficio que no requiriese nada más que la educación secundaria.

-¿Me has escuchado todo lo que te he dicho?

-Ajá.

No levanté la mirada del suelo durante todo ese rato para ver si así se daba por vencida, pero no había manera.

-Ray, no tienes remedio.

-Ya lo sé, ¿Por qué insistes tanto?

Ahí sí que miré sus ojos oscuros como un túnel en la media noche.

-Porque veo fe en ti. Allí dentro -dijo señalando mi pecho-. Guardas un gran corazón y tienes que sacarlo de esa caja y que reluzca.

-Por favor, deja mi corazón donde está que se encuentra mejor allí. Y ahora, ¿Puedo irme? No voy a desperdiciar mi tiempo libre de esta cárcel

-Sí... haz lo que quieras.

Se volvió a su mesa para trabajar en unos papeles que tenía encima de ella. Salí del aula dispuesto a entrar en contacto con el aire exterior, a pesar de que estuviese impregnado por los gritos de mil adolescentes con las hormonas revolucionadas.

Fui a una máquina expendedora para cogerme una bolsa de patatas fritas que en verdad llevaba más aire que patatas pero aun así me apetecía comérmelas. Cuando las tenía por fin en mis manos la fui a abrir pero mis ojos fueron directamente a la maldita etiqueta de las cantidades que en su momento hicieron mucho daño. Después de eso me negué a llevarme una miserable patata a mi boca.

Me crucé con un niño de primer curso y se la dejé en el pecho haciendo que las cogiera. Me miró con una cara demasiado sorprendida para negármela o darme las gracias.

Inconscientemente, pasé por delante de la enfermería donde había dejado a Diann unos minutos atrás. Justamente ella salía por la puerta.

Estaba seria como esta mañana cuando la he conocido. Su pelo tapaba casi por completo sus preciosos ojos de color azul y sus labios formaban una línea curva hacia abajo mostrando el desacuerdo que sentía hacia la mínima cosa de su vida.

Me aproximé a ella lo máximo posible pero dejando un margen entre nosotros y con delicadeza, le aparte un mechón de su negra melena dejándola reposar por detrás de su hombro. Nuestras miradas se mantuvieron unos pocos segundos hasta que le pregunté cómo había ido con la doctora.

-No lo sé.

-Algo sabrás, digo yo.

-No. Déjame.

-Está bien, está bien. Búscame si quieres hablar.

Sin esperar respuesta alguna, me volteé y seguí mi camino hasta salir al exterior del edificio.

-----------------------------------------------------------------------

¡Hola!

Siento muchísimo la tardanza de todas las historias, de verdad, los estudios me quitan mi vida. Sé que este capitulo es bastante corto pero prefería actualizar y no dejaros con la espera.

Espero que lo disfrutéis y besos,

Att,

_LifeIsBooks_



Run awayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora