CAPÍTULO XVIII

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Ese día Samantha estaba entregando unos exámenes, cuando levantó un papel doblado del suelo. Miró a su al rededor y se lo metió en el bolsillo. Siguió repartiendo, y luego se sentó en su escritorio a verificar que nadie se esté copiando. En medio del silencio, el vibrador de su celular empezó a sonar, haciendo que tuviera que salir de la clase. Era Christopher.

—¿Qué quieres? Estoy tomando examen —contestó en voz muy baja.

—Quiero verte ahora —ordenó él.

—Christopher no puedo, estoy ocupada. Sabes que trabajo. 

—¿Es eso o es que ya estas con ese tipo? 

—Acaba de una puta vez con tus malditos ataques de celos, ¿si? Sabes muy bien que trabajo toda la mañana, no sé porqué me llamas ahora.

—Cambia de trabajo entonces, no quiero que estés cerca de ese.

—No importa donde trabaje, lo veré mucho  de todas formas. Es el padre de mi hijo, no es necesario ser un científico para saber de dónde vienen los niños. 

Dicho esto, apagó el celular y volvió a entrar. No le gustaba que fuera así. Estaba enamorada de Logan ¡pero le costaba tanto admitirlo! Pensó y pensó, se rompió el cráneo de todo lo que pensó y por fin lo había admitido. Estaba enamorada de Logan Parker, otra vez. Y éste Christopher demostrando su verdadera personalidad, justo cuando Él apareció de nuevo en su vida. 

Los estudiantes entregaron los exámenes y se fueron, ella los acomodó y fue a la sala de profesores. Necesitaba un café y un cigarrillo. Su abuela llegó de visita, y se sentó a su lado. Ambas empezaron a fumar y la mujer notó que algo no andaba bien con la chica.

—Hasta tu rostro triste es igual al mío, ¿qué sucede? —preguntó la señora. Samantha se metió un Marlboro a la boca, lo encendió y tiró el humo, para después contestar.

—Christopher está celoso de que vea a Logan, sólo lo veo aquí y cuando quiere visitar a Jayden, pero...—una lágrima brotó de su mejilla y cayó en el escritorio.

—Te gusta Logan —afirmó—. Todos vemos lo feliz que te pones cuando hablas con él, y lo cansada cuando hablas con Christopher. Las cosas no salieron bien entre ustedes en un principio y por eso se alejó, pero si él te busca ahora, es porque de verdad quiere intentarlo de nuevo. Él te quiere de verdad, a ti y a su hijo.  

Éste entró y las mujeres cambiaron de tema. La chica rápidamente limpió su lágrima y se arregló el maquillaje. Intentó disimular cómo se sentía, pero el era imposible, más aún cuando Él estaba en la misma habitación. Se terminó el cigarrillo y salió a seguir trabajando. 

Las horas pasaron, y los pensamientos la aturdían cada vez más. ¡Él te quiere! ¡Reconócelo! ¡Christopher es hipócrita! ¡No te dejes engañar por sus ojos azules! ¡Logan es el bueno! gritaban todos éstos. Y ella, deseando callarlos de una vez, pero mientras más lo intentaba, éstos más la aturdían, más fuerte gritaban. Solo quería hablar con Christopher, escuchar lo que tenía para decir y sentirse aliviada. Últimamente tenían problemas, muchos problemas para ser los primeros siete meses de relación. 

Terminó su turno y fue a buscar a Jayden. Le dijo que antes de ir a casa pasaría por el trabajo de Harrison, porque quería hablar con él y que lo esperara en el auto. Afortunadamente, el niño dijo que estaba bien, que la esperaría el tiempo que fuera necesario. Manejó hasta la oficina. La radio, como si supiera a dónde iba y con quién se vería, empezó a tocar Sorry- Guns N' Roses y esa canción le llegó al corazón, porque describía a la perfección la situación en la que estaba. Su novio no sabía en quién creer, ya ni siquiera en ella lo hacía. 

Bajó del auto, se acomodó el abrigo y golpeó la puerta. Coraline le abrió, y con una sonrisa fingida la invitó a pasar. El hombre acompañó a una clienta a la puerta y luego la invitó a pasar. Le dio una taza de té y se paró detrás del escritorio, con las manos apoyadas sobre el mueble y la mirada fija en ella. 

—¿Vienes a disculparte conmigo? —preguntó por fin, luego de cortos pero eternos treinta segundos de contacto visual.

—Quiero hablar contigo. No soy yo la que se tiene que disculpar —contestó con el té en las manos. 

—Claro que eres tú la que se tiene que disculpar. Di y doy todo por ti, me alejé de mi familia porque no te aceptaban, te daré grandes cosas cuando nos casemos ¿y aún así me eres infiel? 

—¡Yo no te soy infiel y no te quiero por tu dinero!

—¿Entonces por qué aceptaste ser MI esposa a los pocos meses de noviazgo? —hizo enfasis en el adjetivo mi.

—Porque te amaba y pensaba que tú también, ¿pero sabes qué ocurre ahora? Creo que tú no me amas —confesó al borde de las lágrimas. Christopher se le acercó y la abrazó.

—Claro que sí te amo, y porque te amo no quiero perderte. Me sentiría muy mal si veo que alguien más te hace feliz Samantha lo miró y lo besó. Luego se separó.

—Tú no sabes a quién creer: si a Coraline o a mí —salió del estudio, se limpió una lágrima y emprendió marcha rumbo a su departamento. 

Ya en el departamento, agarró el teléfono y encargó comida delivery. No tenía ganas de cocinar. No sentí nada cuando lo besé, se repetía una y otra vez. Ya no necesitaba más pruebas: estaba enamorada de Logan Parker, y otra vez una persona se interponía en su felicidad. Se sentó pesadamente en el sillón, hundió la cara en el almohadón y las lágrimas por fin empezaron a caer sin contención. El niño se le acercó y la abrazó fuertemente. A ella sus abrazos siempre la animaban, pero ésta vez solo podía animarla un abrazo de Él. 


Por mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora