CAPÍTULO XXIV

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Faltando apenas siete días para la boda, Coraline llevó una caja color crema a Samantha. La chica la abrió y de su interior sacó un viejo vestido blanco, con algunas manchas amarillas por los años guardado.

El vestido tenía un cuello muy alto y mangas largas. La única piel que estaba a la vista era la de la cara y las manos. Samantha miró sorprendida y de poca gana ese vestido.

—Es lindo, pero le haré unas modificaciones para que parezca de ésta época —le dijo sin pedir opinión.

—Tú no harás nada con ese vestido, salvo caminar al altar con mi hermano —respondió la pelinegra muy seria.

—No es el de una novia moderna.

—Es el vestido de las mujeres que contraerán matrimonio con un Harrison, y de las Harrison que se casarán. Tú te vas a casar con mi hermano, ahora pruebate para llevarlo a la lavandería.

Samantha rodó los ojos y en su cuarto se desistió lentamente. Miro su cuerpo. Sus pechos estaban un poco pesados y adoloridos. El test podría hacerse cuando se sintiera totalmente segura de estar embarazada.

Se miró al espejo sin sonreír. El vestido parecía hecho a medida, pero a ella no le gustaba. Y no era sólo el vestido lo que no le gustaba. Era la forma en la que Christopher la trataba desde hace tiempo. Era la forma en la que Christopher creía que era mejor educación para sus hijos e hijastro. Era... era Christopher lo que no le gustaba, y el hecho de que podría casarse con él o no.

Salió con la prenda, y Coraline la miró por todas partes. Admitió que le quedaba muy bien.

—Te queda perfecto, lo llevaré a la lavandería. Pasa a buscarlo luego.

Cuando estuvo sola otra vez, se sentó en el sillón y puso una mano sobre su vientre. No, sí. Sí, no. Su mente la confundía, y los mareos, antojos, constantes idas al baño y los pechos pesados no ayudaban en nada. Recibió un mensaje del hombre que ella esperaba: Logan.

En el mensaje decía que quería ir al cine con ella, que la pasaría a buscar en tres horas. Era tiempo suficiente para que se alistara.

De camino a la ducha se quitó la ropa. Abrió el agua caliente y se sentó en el piso de la bañera. Abrazó sus rodillas y metió la cabeza en el espacio que había entre su pecho y sus piernas. Cada vez más sus sospechas de embarazo crecían. Al igual que el bebé de ocho semanas que llevaba en su vientre, al igual que el sentimiento de haberse confesado y acostado con Logan hace ocho semanas.

Al igual que su embarazo anterior, los síntomas aparecían cuando era necesario que aparezcan. Después de un largo rato siendo arrastrada por la corriente de la duda, se bañó.

En su cuarto se secó el cabello y se vistió con un pantalón ajustado blanco, un suéter lila y un abrigo rosa pastel. En los pies, botas altas color suela. Se maquillo haciendo juego con la vestimenta y se llenó de perfume.

Lo recibió con un gran beso en los labios, y bajaron por el ascensor tomados de las manos. Junto a él, realmente era feliz. Junto a él no tenía necesidad de fingir una sonrisa, porque ésta salía sola.

Mientras Logan compraba las entradas para una película, Samantha compraba los pochoclos, gaseosas y muchas golosinas. Él la ayudó a cargar todo eso.

Caminando a la sala, ella sintió un mareo. Logan lo notó, fue imposible no hacerlo.

—¿Estas bien? —preguntó tomandole la mano.

—Sí, creo que la calefacción fuerte me hizo sentir mal —mintió—. Me sacaré el abrigo.

Él se lo agarró y entraron a la sala de cine. Se acurrucaron y empezó la película. Samantha fue la que más comió, y la única que se levantó varias veces para ir al baño. E inevitablemente, eso Logan lo notó.

Salieron del cine en cuanto terminó la película. Estaban juntos, y si lo estaban, ¿qué importaba el resto? No importa nada. No importaba el pasado. No importaba que la familia mafiosa de Christopher los viera. No, no importaba en lo absoluto... para ellos.

La llevó al edificio. Bajo las luces de los faros de esa calle, Él suspiró y la miró a los ojos.

—¿Te casarás mañana? —preguntó, desanimado.

—No lo sé... No sé qué hacer... Siento que Christopher me oculta algo muy sucio...

—¿Y yo? Jamás te oculté nada...

—Necesito pensarlo bien. No sé cuánto tiempo me tomará eso, ¿eres capaz de esperar mi respuesta?

—Esperé mil noches para tenerte de nuevo entre mis brazos, puedo esperar mil noches más.

Se despidió con un beso en la mejilla. Logan se alejó decepcionado, pero esperaba una respuesta así.

Sam, por otra parte, se apoyó contra su puerta, se sentó en el suelo y no pudo evitar llorar. Y así, en medio del llanto, sintió fuertes ganas de vomitar. Corrió al baño, se recogió el cabello y ahí cayeron las golosinas, las bebidas, todo...

Caminó hasta su cuarto y agarró la prueba de embarazo. Ya era hora de hacerla.

***

Antes que nada, me disculpo por la demora. No estoy mucho en mi casa ya que empecé un curso de preparación para la universidad, pero trataré de hacerlo lo más seguido posible.

¿Qué pareja prefieren y por qué?

Saludos ❤❤❤

Por mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora