Apenas habían pasado unos días luego de las eliminatorias. El equipo del Karasuno, no perdía un momento para entrenar, y poder llegar a las nacionales con toda la fuerza y perfección posibles. Sin embargo, no siempre debe ser trabajo duro, y el entrenador Ukai lo sabía; si quería que los cuervos lograran llegar a su máximo esplendor, tenían que descansar de vez en cuando, algo que no alegraba mucho a los chicos, pero las palabras del entrenador y del profesor Takeda, eran ley. Sin embargo, Hinata no podía mantenerse quieto en casa. De una u otra forma, logró llegar hasta la casa del ex–entrenador de Karasuno, Ikkei Ukai.
Al atardecer, un feliz muchacho regresaba a casa, y aunque debería lucir cansado, la enorme sonrisa en su rostro denotaba lo contrario. Antes de que se diera cuenta, se encontraba delante de un gimnasio de usos múltiples, y aunque no estuviera tan cerca de las canchas, podía escuchar el rebotar del balón, y el chirrido de los zapatos contra el suelo. El pequeño cuervo se mantuvo allí, mirando hacia el establecimiento, hipnotizado por las ganas de ir a jugar, ignorando todo a su alrededor. – ¡Hey! Pero si es el enano de Karasuno –Hinata sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, al reconocer aquella cantarina voz. – ¡El Gran Rey! –exclamó, con una mezcla de terror y sorpresa. Oikawa solo se limitó a reír; aun le confundía aquel apodo que el chico le había puesto.
Unos segundos que parecían eternos, y solo estaban allí, mirándose casi con fiereza. Tooru no podía evitar sentirse "asqueado" con la victoria de Karasuno, y Hinata... bueno, ver al capitán del Seijo despertaba aquel sentimiento insaciable de rivalidad y ganas de victoria. Pero fue un simple balón perdido lo que rompió aquel extraño ambiente. El castaño tomó la pelota, jugándola entre las manos; – ¿No quieres jugar un partido? –el rostro del menor expresaba la completa confusión que aquella pregunta le había causado, inclusive más por el tono tan amable que había empleado el otro. –Vamos, vamos. Un par de sets no le harán daño a nadie –canturreó, mientras comenzaba a caminar al gimnasio. – ¡S-sí!
Aquellas levantadas no eran como las de Sugawara, y no se parecían casi en nada a las de Kageyama, pero había algo que le atrapó. El sol comenzaba a desaparecer, y el cielo se volvía cada vez más oscuro. El silencio reinaba entre ellos dos, y la mirada de ambos chicos evitaba la del contrario a toda costa. –Realmente no dejas de sorprenderme, enano –soltó de la nada Oikawa, riendo por lo bajo. Hinata alzó la mirada, dispuesto a reñirle, pero se detuvo, las palabras no salían de su boca; sus ojos marrones volvieron a clavarse en el piso. Sin esperarlo, sintió la cálida mano de Tooru sobre su cabeza, a pesar de que este no se había molestado en voltear a verle. –No te confundas, enano, aún me irritas –añadió con un tono serio, parando en seco, y obligando a Hinata a seguirle; –pero eso no significa que no pueda notar tu habilidad.
El pequeño cuervo no sabía qué hacer, ni que decir; solo miraba a Oikawa, con los ojos abiertos de par en par. Aquella mano que tantas veces los había metido en aprietos durante los partidos, se deslizó suavemente por el rostro de Hinata, hasta detenerse en su barbilla, obligándole a alzar el rostro. –Buen partido el de hoy... Shouyo –murmuró Oikawa, antes de plantar un ligero beso en los labios del menor. Aquella arrogante sonrisa suya, se hizo presente justo al momento de incorporarse. Aun confundido por el beso, el cuerpo de Hinata se movió, casi por instinto, abalanzándose contra el armador de Seijo. El rostro sonrojado, y los ojos fuertemente cerrados.
Los puños del menor aprisionaban la chaqueta de Tooru, mientras, torpemente, sus labios trataban de abrirse paso en la boca del mayor. Tal vez por instinto, los brazos de Oikawa cacharon el cuerpo de Hinata, abrazándolo con fuerza. Mientras el tiempo pasaba, el castaño comenzó a tomar las riendas en aquel inocente beso,obligando al menor a separarse. Aquellos ojos chocolate, clavados en los ajenos. –No volveré a perder ante ti, Gran Rey –fueron las únicas palabras que lanzó el chico, con una enorme sonrisa en el rostro. El gran capitán del Aoba Johsai no dejaba de contemplar el rostro de la Carnada Definitiva del Karasuno,tratando de asimilar lo que realmente había pasado. Finalmente, se rindió ante el fuerte latido de su corazón, devolviendo la sonrisa al chico. ¿Quién iba a decir, que un Cuervo iba a cautivar de aquella manera al Gran Rey?
Welp... aquí está el primero, disfrútenlo n.n
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Haikyuu one-shots
RastgeleWelp, como dice el título, estaré subiendo one-shots de Haikyuu... será una recopilación :v Serán de diferentes parejas, y espero que sean más ships crack que otra cosa (?) Si tienen alguna pareja de la que quieran leer, no duden en decirme, y con g...