{Capítulo 23}

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Alice dejó que sus manos descansaran sobre sus rodillas, inspiró profundo e hizo a un lado la mirada para apaciguar el fuego interior que quemaba sus entrañas.

—No te pido que me perdones por todo el daño que te causé...

—¿Por qué lo hiciste? —Le interrumpe. Su mirada se vio inundada por las lágrimas—. ¿Por qué dejaste que ella te cambiara?

Él abrió ligeramente la boca y meneó la cabeza de un lado a otro sin saber qué contestar. Ni siquiera él mismo sabía por qué había hecho lo que hizo. Amaba a Danielle y le hacía feliz el que ella lo fuera también.

Alice se masajeó el cuello, apartando mechones de su cabello castaño. Sus ojos estaban a punto de desbordarse por las lágrimas pero hizo de tripas corazón y se aguantó el llanto. No iba a llorar delante de él. Ya no más.

—Eras mi mejor amigo. La persona en quien yo podía confiar, a quien quería. Y me cambiaste por otra persona que apenas conocías.

—Era mi novia.

—¡Y yo tu amiga hace catorce años! —Chilló de coraje—. ¿Qué eso no es más importante?

—Sí—responde en un susurro. El dolor en su pecho estaba sofocándolo.

—¿Entonces? ¿Por qué le hiciste tanto daño a tu familia? ¿Por qué me hiciste daño?

Logan la miró con pena. Se encogió de hombros y sus palabras le rasguñaron la garganta.

—No lo sé.

Alice abrió la boca sorprendida. Ladeó la cabeza, una sonrisa de ironía se dibujó en sus labios. No sabía si reír o llorar.

—¿No lo sabes? Yo te lo diré con mucho gusto: te dejaste manipular por una arpía. ¿Y sabes qué más? —Él meneó la cabeza, temeroso—. Que yo ya no sé qué persona tengo en frente.

—¿Qué? —preguntó con los ojos bien abiertos. Apenas respiraba—. Alice, no. Soy Logan, tu amigo. En serio lo lamento. —Estaba desesperado, con su mano intentaba alcanzar la de Alice pero la distancia era un impedimento. Y ella no tenía intenciones de acercarse—. Te soy sincero cuando te digo que no sé por qué lo hice. Yo... supongo que estaba cegado. No lo sé. Solo sé que cuando Danielle te apuntó ese arma al pecho —meneó la cabeza, sus ojos recubiertos por una capa acuosa brillante. El dolor en su corazón le succionaba las fuerzas como un parásito—. Tú eres mi mejor amiga.

—Eso era lo que yo creía pero fueron demasiadas cosas, Logan —agachó la mirada, incapaz de mirarlo a la cara—. Al principio pensé que podría traerte de nuevo. Me decía a mí misma que no importaba lo que hicieras, yo siempre iba a perdonarte...Pero ese golpe. Ese golpe lo cambió todo. Ahí me di cuenta que te había perdido para siempre.

—No, Alice, por favor. Créeme cuando te digo que... —intentó sentarse y una punzada en el estómago le quitó el aliento. Cayó de nuevo sobre su espalda, su mirada enfocada al techo, la impotencia de no tener la fuerza suficiente para hacerle frente a la situación le aceleraba el ritmo cardíaco. Respiraba con celeridad, pequeñas bocanadas para acallar el dolor en su abdomen.

Apretó los ojos y reunió la fuerza necesaria para mirarla. Las palabras se le atoraron en la garganta, el aire las empujaba lejos de su boca; sus pulmones estaban sedientos de oxígeno y eso era lo único que les importaba obtener.

Verlo de aquella forma le hacía sentir mucho peor de lo que ya se sentía. Una parte de ella quería abrazarlo, consolarlo, pero solo era la punta del iceberg. Debajo del agua se escondía todo el odio, todo el dolor que había padecido en esos meses. Le resultaba imposible perdonarlo así como así. Quería salir corriendo lo antes posible de aquella habitación para no verlo nunca más.

MANIPULADO | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora