{Capítulo 40}

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Dean abrió los párpados hasta que los ojos le dolieron. El asombro no tenía cabida en su cuerpo.

—¿Qué dijiste? —Logró articular. 

No creía lo que estaba sucediendo. Logan estaba allí, de pie junto a él, confesándole que Alice le importaba. Necesitaba que alguien lo pellizcara o mejor dicho, que nadie lo despertara.

—Dije que e... —Calló en cuanto oyó la voz de Alice.

—¿Quién era Dean? 

La joven entró al living, el cuerpo de Dean ocultaba el del recién llegado. En cuanto su amigo se hizo a un lado descubrió a Logan bajo el umbral de la puerta. El corazón se le paralizó por un instante. 

Se llevó una mano a la cabeza, el pelo recogido en un moño. Sintió vergüenza de que la viera en esas fachas y, de inmediato, cayó en la cuenta de que no debería importarle lo que él pensara.

¿Qué estaba haciendo allí? ¿Acaso ahora tendrían que pelear por la "custodia" de Dean? Era absurdo que viniera a su casa para, muy probablemente, pedirle a su amigo que se fuera junto con él a la barbacoa.

—Estamos por cenar una pizza. ¿Necesitabas algo?

Logan parpadeó un par de veces para eliminar el impulso de tocarla.

—Logan quería hablar contigo —dijo Dean. Pensó que se ganaría una mirada de odio por parte de su amigo, pero obtuvo todo lo contrario.

Alice frunció el ceño y clavó la vista en Logan. Vio algo distinto en él, algo... familiar.  El turquesa de sus ojos, vidrioso y enrojecido por las lágrimas no derramadas. Sus cejas fruncidas y elevadas. Era la misma mirada que ella veía cuando sabía que él la había reconocido.

—Que... —enmudeció—. ¿Qué querías?

Él simplemente bajó la mirada y mojó sus labios con la lengua. La quería y le importaba más de lo que le gustaría admitir.

—Quisiera hablarte... a solas.

—Está bien —respondió al cabo de un tortuoso segundo.

Dean se marchó y Alice salió al zaguán cerrando la puerta detrás de sí. La noche era cálida y algunas luciérnagas pululaban por el jardín.

—¿De qué quieres hablar?

Logan se recargó contra una de las columnas del porche. Las manos en los bolsillos, los hombros caídos, derrotados. 

Alice mordió su labio inferior aguardando porque él dijera algo. La sensación de que miles de hormigas recorrían su cuerpo la hicieron estremecerse. Se cruzó de brazos y presionó los mismos contra el abdomen, allí donde se hallaba la boca del hormiguero. Después de todo lo que vivieron ya nada era igual, ni siquiera en la forma de verlo.

Lo observó detenidamente, la mirada gacha y rostro de seriedad. No entendía por qué había ido a verla si al final permanecería en silencio.

—Quiero saber qué fue lo que le dijiste a Dean hoy. —Su voz salió ronca y grave.

—¿Disculpa?

Logan estrechó las cejas.

—No te hagas la tonta. Lo que sea que le hayas dicho a Dean lo dejó destrozado —apuntó a la casa. El ruido del televisor podía oírse como un eco lejano—.  Quiero saber que es.

Alice imitó la mirada de Logan.

—¿Realmente te importa?

El desafío en su voz lo hizo enfadar. Se acercó a ella guardando una distancia prudencia.

MANIPULADO | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora