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Ni siquiera he logrado llevar la cuenta del tiempo que hemos tardado. Sé que nunca he realizado un vuelo tan largo en mi vida. La parte buena es que este avión pesa menos que uno comercial, la parte mala es que también es más lento debido al año en el que estamos. Aún así, el combustible del avión consigue durarnos hasta que las coordenadas son las correctas. 

Tomo la radio del control de mandos y busco una frecuencia que pueda funcionar para tomar contacto con la torre de control. Sé que este aeropuerto está construyéndose en este momento, pero no estoy segura de en que parte del proceso se encuentra. 

Pulso el botón y acerco el micrófono a mi boca. En un avión moderno llevaría unos cascos con micrófono y no tendría que hacer esto. 

-Aquí avión de reconocimiento fuera de servicio -comunico en inglés por radio, debido a que la base aérea pertenece al ejercito de Estados Unidos o, al menos, lo hará cuando esté terminada-. Solicitando permiso para aterrizar. Cambio. 

Espero durante unos segundos antes de repetir el mensaje. 

-Aquí el jefe de obras, permiso para aterrizar no concedido. Cambio y corto -me responden al otro lado. 

Golpeo mi puño contra el asiento del copiloto. Gruño con frustración. 

-Aquí avión de reconocimiento solicitando permiso para aterrizar, jefe de obras -le pido de nuevo-. Permiso para aterrizaje de emergencia. Cambio. 

-¿Qué? -pregunta Matthias sorprendido en la parte trasera. 

Se ha pasado todo el viaje tan despierto como yo, aunque también ha dedicado un buen tiempo a vomitar. 

Le hago un gesto con la mano para que guarde silencio. No tengo ni idea de cómo entiende inglés. 

-Permiso no concedido, avión de reconocimiento -dice el hombre al otro lado-. La pista está en mal estado. Hay boquetes en el asfalto. Cambio.

-Puedo manejarlo. Cambio -aseguro. 

-Permiso no concedido. ¿Me copia? -dice el hombre al otro lado, con tono molesto-. Tenemos nuestras armas apuntando a su avión, si rompe el perímetro de seguridad abriremos fuego. Cambio y corto. 

Se me sube la bilis a la garganta. 

-Escuche -le suplico-. Tenemos a dos niños a bordo. Cambio. 

Rezo para que respondan. Segundos pasa y no oigo respuesta. Coloco el avión en posición de aterrizaje cuando diviso la pista y pulso la palanca para que salga el tren de aterrizaje. 

-Aquí avión de reconocimiento fuera de servicio. ¿Me reciben? Cambio -digo de nuevo a través de radio. Pulso de nuevo el botón -. Aborten. Repito. Aborten. Hay niños a bordo del avión. 

-¿Colette? -pregunta Matthias desde atrás. 

-Sujeta bien a los niños. Vamos a aterrizar -le advierto mientras miro por encima de mi hombro-. Ahora. 

Decir que el aterrizaje es forzado es quedarse corto. Logro evitar algunos baches pero no todos. Y las ruedas del tren de aterrizaje estallan en algún momento. A parte de eso... todo parece estar en correcto estado. 

Me desabrocho el cinturón. 

-¿Estáis todos bien? -pregunto mientras me levanto del asiento me acerco a la parte trasera del avión. 

Los niños han comenzado a llorar pero... eso puede solucionarse con facilidad. 

-Sí -suspira Matthias mientras se quita los cinturones-. Creo que sí. 

LA HIJA DEL TIEMPO (II GUERRA MUNDIAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora