Engel me despierta al amanecer, el sol todavía en la parte más baja del horizonte. Se lleva un dedo a los labios, pidiéndome que guarde silencio. Al principio he pensado que quería que volviésemos a tener sexo, pero no. Lo único que pretende es hacer que llegue al desván sin que nadie de la casa se de cuenta de que he dormido con él.
Me visto de nuevo con la ropa interior. Un conjunto de braguitas de talle alto y un sujetador sin mucha capacidad de sujeción.
Hace calor por lo que Engel se distrae abriendo la ventana de par en par. Es gracioso saber que se siente incómodo conmigo vistiéndome a su alrededor. Tal vez no quiera hacer que me sienta incómoda, aunque no lo lograría si me viera.
Sedúcele, dice la voz de Apolline en mi cabeza.
Puede que esta sea mi nueva guerra. Puede que lo que ha pasado es que he acabado en un lugar donde ya se está llevando a cabo una guerra, y yo tengo que luchar mi camino fuera de ella. Hasta ahora no me he planteado la posibilidad de tener que luchar de formas inimaginables. Puede que tenga que matar, sí, pero también existen otro tipo de armas. La manipulación, la extorsión, la seducción. Sé que no soy la única francesa que a lo largo de esta guerra se ganará el favor de los alemanes para conseguir cosas, o eso espero. Siempre he pensado que mi cerebro vale más que mi cuerpo, pero en un mundo como éste, en un siglo como éste... mi cuerpo puede lograr más cosas que mi cerebro.
Por eso apago mi inteligencia cuando tiro de Engel de nuevo hacia la cama. Si al menos fuera viejo y feo... podría odiarlo. Pero puedo verlo en la mirada de Engel. Él no ve esto como una diversión pasajera. Mucho me temo que él se está enamorado de la chica que está en la misma habitación que él. Piensa que todo será fácil para él. Cuando los alemanes ganen la guerra él seguirá siendo teniente y podrá hacer muchas cosas, como casarse con quien desee, incluso si ese alguien es conmigo. Él cree que tenemos futuro, y está feliz por ello.
No sé lo que será de Engel cuando pierda su bando. Es posible que muera en su avance de conquista. Es posible que viva y sea recluido en una de las partes alemanas que se dividirán los bandos vencedores.
Una lágrima traicionera rueda por mi mejilla y mi plan se va a la mierda cuando Engel se detiene. Su pálido ceño se frunce con preocupación.
-¿Te he hecho daño? -pregunta mientras retira la lágrima de mi mejilla.
Niego con la cabeza en respuestas.
Lo que yo estoy haciendo, tratar de manipular, no me convierte tan poco en la buena de la película. Todo el mundo acaba haciendo cosas insólitas en la guerra. Supongo que es hora de que aprenda eso. Incluso Engel, quien parece que se está enamorando de mí. ¿Quién sabe la de barbaridades que ha cometido en su recorrido hasta Bussy? ¿Cuántos pueblos ha masacrado? ¿Cuántos judios ha entregado? Que él sea bueno conmigo no significa que sea buena persona.
-Será mejor que vuelvas al desván antes de que nos descubran -susurra con pena mientras acaricia un mechón de mi pelo.
Se retira de encima mía y cuando noto su ausencia lo sé. Tengo que estar preparada para todo lo que pueda pasar. No puedo aferrarme a nadie de este lugar, todos corren peligro. Debo aprender que mi vida acaba de pasar a primer plano, no puedo permitirme el lujo de proteger a nadie. Es momento de ser egoísta y no encariñarse. Los sentimientos son un obstáculo en mi camino hacia mi siglo.
Me vuelvo a vestir rapidamente, sin mirar a ninguna parte de la habitación. Engel se ha perdido en el despacho contiguo, colocándose ya su uniforme de teniente. Sé que se queda con las ganas de besarme antes de que me vaya, pero se retrae y permanece quieto. Si yo fuera un soldado alemán, trataría de no encariñarme mucho. Al fin y al cabo, por muy blanca que sea mi piel y muy claros que sean mis ojos... no sería considerada aria. Por su parte Engel... casi encaja a la perfección.
Me repugna ese sentimiento. El primer chico con el que me acosté era de piel oscura... ¡Dios, fue una de las mejores noches de mi vida! (No por el sexo, que también, sino por todo lo anterior que vino: la fiesta, la discoteca, el baile...) Una noche para recordar, sin duda.
¡Imagínate! ¿Qué habría sido de mí si hubiese sido de otra raza y hubiese viajado a este tiempo? ¡Me habrían disparado nada más verme! ¡Me habrían arrastrado de los pelos a un campo de concentración! En lugar de... pena les habría despertado repugnancia y odio hacia mí. No puedo cree que unos cuantos agentes químicos de mi cuerpo puedan dictar el destino de mi vida.
Salgo fuera del despacho lo más sigilosamente posible que puedo. Incluso solo apoyo las puntas de mis pies para evitar que suenen las laminas de madera del suelo. Todo es inútil porque cuando me giro, la señora de la casa me mira desde el otro lado del pasillo. Ya está vestida, peinada y maquillada a la perfección. Su gélida mirada se clava en mi garganta como si fuera un cuchillo que me degolla. Estoy segura de que ahora mismo luzco como un ciervo asustado. La mujer niega con la cabeza una única vez.
-Debería darle vergüenza -suelta con voz gélida-. Ni siquiera estáis casados. Una buena francesa no retoza con el enemigo.
Quiero decirle que no estábamos teniendo sexo pero me doy cuenta de que sería inútil negarlo. Voy en ropa interior, con un chaleco puesto y el resto de mi ropa entre mis manos. De pronto me siento desnuda ante esta vieja viuda.
Desaparece escaleras abajo, con la cabeza en alto como siempre y los ojos tan negros como la noche.
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LA HIJA DEL TIEMPO (II GUERRA MUNDIAL)
Ficção Adolescente2ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" Colette Leblanc estudia Ingenieria Aeronáutica, y es la mejor. Nombra cualquier deporte de riesgo y seguro que lo ha hecho: salto en paracaídas, puenting , escalada, planeador... Cualquier cosa que la haga...