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Me paso las siguientes dos semanas encerrada en el Lebensborn. Ahora dejan que vea más a Margot, supongo que por petición de Matthias. Puedo incluso pasearla en cochecito por los jardines y tomar un rato el sol para conseguir vitaminas. Cada día que pasa nos volvemos más cercanas las una a la otra. Puede que sea un bebé, pero creo que noto esas cosas de todas formas. Me encanta contarle historias protagonizadas por mí. Me ayuda mucho a no olvidar quién soy en realidad. Las clases de alemán y matemáticas ocupan toda mi tarde. La directora del centro trata de convencerme de que aprenda a tocar un instrumento, pues eso me hará quedar mejor en las fiestas... Pero soy una inútil en el aspecto musical. Las películas de los viernes no son más que propagandísticas, me doy cuenta enseguida. Puede que a mis compañeras de habitación logren convencerlas, pero no a mí. Y mucho menos con una película sin color. 

Me someten a más exames médicos y a preguntas incómodas. La doctora Buch es la persona más seria que he conocido en su campo, por eso respondo sus preguntas con sinceridad. 

Poco después recibo el aviso por parte de la directora de cuándo será mi boda. No estoy tan emocionada por ella como pensé que algún día lo estaría. En realidad, me imaginé que si algún día lograba asentar cabeza, después de acostarme con un hombre de cada continente, me casaría en una isla paradisiaca y de forma muy privada. Iría vestida con un sencillo traje blanco, descalza y con una corona de flores. 

Ahora, llevo un sencillo traje blanco con unos zapatos a juego. Alguien que no conozco me ha regalado un par de pendientes de plata con una perla de verdad. 

Sé que no soy la mejor persona del mundo. E incluso entiendo que haya gente que no entienda mi actitud con respecto al sexo. Pero yo soy así. Nadie se queja cuando un chico se acuesta con muchas chicas, pero todos parecen tener problemas cuando una chica se acuesta con muchos chicos. Lo digo con todo orgullo, soy una triunfadora. 

Y ahora se supone que debo sentar cabeza para sobrevivir. Sé que puedo encontrar la persona con la que aguante tener sexo exclusivamente el resto de mi vida. No soy de esas que piensan que eso es estar atados, solo estoy diciendo que no está mal probar todos los sabores antes de decidirte por tu favorito. 

¡Sois unos sucios! Borrad ese pensamiento de vuestras cabezas. ¡Me refería a los sabores de helado! 

No creo que ofenda a Dios por acostarme con los hombres que me gustan. No creo que una cosa sea incompatible con la otra porque nunca, nunca hago promesas a los chicos que sé que no voy a cumplir. Nunca los halago en exceso, nunca les digo que los quiero sin sentirlo, nunca les prometo que los llamaré al día siguiente. Ellos saben a lo que vienen, yo sé a lo que voy. 

Ahora... estoy completamente perdida entre la atracción física y el repelente mental. 

Suspiro mientras me inspecciono en el espejo y juego con mi cruz de oro. Si Dios está ahí, espero que me ayude a superar este día.

-Eres tan afortunada, Colette -asegura Allegra mientras sonríe junto a las demás-. Vas a tener una boda como Dios manda. ¡Y mira qué traje! -señala con furor. 

-Qué envidia -suspira otra de las chicas, su barriga notándose a través de su uniforme -.Te queda tan bien ese traje... 

-No será por mucho tiempo -advierte otra chica-. Dentro de poco Colette estará tan grande como nosotras. 

Todas rien en respuesta, yo sonrío incómoda. 

-El coche está esperándonos -anuncia la directora. 

No tengo idea de qué personas han sido invitadas a la ceremonia, no me cabe duda de que la lista de invitados será de los más odiosa y peculiar. 

LA HIJA DEL TIEMPO (II GUERRA MUNDIAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora