CAPITULO 1: PIEZAS DE DOMINÓ.

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CAPITULO 1: PIEZAS DE DOMINÓ.

15 AÑOS DESPUES

Desde el inicio supe que este día no iba a ser uno de los mejores.

Normalmente despierto casi en seguida de que la alarma de mi celular comienza a escucharse, no más de cinco segundos, e inmediatamente después me levanto, tomo las cosas necesarias para arreglarme tras una ducha y me encamino hacia el baño de mi habitación. Después de una ducha de exactamente diez minutos, bajo a desayunar con mi familia, recojo mi mochila y salgo camino hacia la escuela. Todo es perfectamente calculado para aumentar mi eficiencia, concentración y puntualidad. Como suele decir mi abuela: "Una mente ordenada, es una mente sana".

Pocas veces he salido de este patrón trazado y esos, no han sido de mis mejores días. Por ello no me gusta permitir que se repitan a menudo.

¿Alguna vez has visto las piezas de dominó acomodadas en hileras? ¿Has notado todo el caos que se puede ocasionar con tan solo empujar la primera ficha? Pues esa es una buena manera de ejemplificar lo que me pasa.

No sé si fue que en realidad estaba muy cansada, pero desperté justo cuando la alarma estaba por posponerse. Asustada, me levanté de golpe y perdí varios minutos buscando la ropa que me pondría. La noche anterior también había olvidado dejarlo todo preparado.

Mi respiración estaba acelerada y las manos me comenzaban a temblar, eso era una mala señal. Traté de recobrar la compostura, no quería perder más tiempo. Con la mirada borrosa, gracias a las lágrimas, me encaminé a terminar mi rutina matutina.

Todo está bien, no te preocupes, solo son dos minutos de retraso

Ignoré ese pequeño sentimiento de alivio al comprobar la hora en mi celular. Terminé de arreglarme sencillamente y bajé a desayunar.

La estancia de mi casa se encontraba en completo silencio, señal inequívoca de que todos se encontraban en el comedor, esperándome. Deposité mi mochila en el sofá justo antes de encaminarme al encuentro de los demás. Tras las pequeñas puertas de la cocina se podía escuchar el tintinear de los cubiertos, mi mente comienza a maquinar diferentes razones para aquel silencio... han discutido, tal vez por un comentario de mi abuela acerca de mi retraso. Tomo una bocanada de aire antes de entrar.

—Buenos días— saludo con la cabeza baja, no quiero ver el rostro de mi abuela.

—Se te hizo tarde— y ahí está ella, ya esperaba su comentario, pero no por eso es menos hiriente.

—Mamá, creí que había sido lo suficientemente claro— papá la regaña en tono severo, entonces sí que han discutido.

— ¿Quieres comer, Katniss? — mamá trata de salvar la mañana.

—Gracias— camino aun con la cabeza baja hasta sentarme en mi lugar, donde ya me espera un plato de tortitas, fruta, un vaso de jugo y en una pequeña servilleta un par de píldoras.

— ¿Qué fue ahora? — mi abuela habla bruscamente

—Mi alarma, tardé en apagarla— respondo antes de que mi papá pueda replicarle algo. No quiero que discutan más por mi causa—. También me demoré en encontrar mi ropa.

—Pero la niña no quiere hacerme caso— replica soltando sus cubiertos con demasiada brusquedad en el plato, por primera vez subo la mirada para verla a los ojos, un grave error—. No te retrases más y come todo.

—Sí, abuela— tomo las dos píldoras juntas con mi jugo de naranja.

Sé que mi papá está por replicar algo, sin embargo por el rabillo del ojo veo como mi madre lo toma por el brazo, interiormente le agradezco que sea ella la que detenga esta discusión en potencia.

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