Pedazos de almas.

Me perdía, me perdí.

Me gustaría haberme quedado más tiempo sobre tu piel, mezclada entre tu ropa como una absurda pelusa o mota de polvo que se cuela. Me gustaría haberte sonreído más tiempo, porque, la verdad era el único momento en el que de verdad notaba que se me iba a salir el corazón, que lo iba a coger entre mis manos y te lo iba a dar, la verdad, es que me perdía en tus ojos, y se que es típico, pero las arrugas de tus ojos hacían que mi columna vibrara. La verdad es que lloraba cada vez que reias y yo no era la causa. Yo te echaba de menos, te pedía a gritos que volvieras, es más, mi piel se quejaba de que estaba fría, y desde que te fuisteis todo ha cambiado. Tuve que superar esto de alguna manera, perdón, miento, no lo he superado, simplemente necesitaba algo que me hiciera olvidar que tus brazos no me sostenían, no, ya no, me habían soltado desde el cielo en el que me encontraba y la caída fue dolorosa, caer y caer, con miedo de tocar el suelo. Fui una ignorante al pensar que la caída era dolorosa, pues el choque contra el suelo puede matarte, y lleva su tiempo, y acabo de caer, y si, la caída me ha matado.

Espero que ahora entiendas lo débil que soy, que entiendas el porque de mis absurdas adicciones, que llegaron por mi necesidad de sentir algo, o dejar de sentirlo.

No te echo la culpa de mi desastre, sé que esto es cosa mía, que tengo que ordenar mi mente, que olvidarme de esta locura y que soy muy joven. Soy joven para sufrir tanto, para hacerme tantas preguntas y echarte de menos, pero, ¿Que le voy a hacer?

No se ignorar, no sé callar mis pensamientos malos. Oh Dios, tenía toda la razón al decirme que debo ordenar mi cabeza, he estado y es un absoluto desastre. Pues mi mente es un vertedero de palabras que creía que eran correctas, talentos desechados, y intentos de salir de cada adicción que provocó tu partida. Es un horrible lugar.