Pedazos de almas.

pre-cumpleaños.

Estaba sólo a un día de cumplir 16, los dulces y felices 16, y no me sentía especialmente feliz o dulce, no quería que llegara el mañana, tal vez porque todos estarían obligados a decirme "felicidades" o porque no tenía ganas de fingir que me gustaba un regalo cuando claramente no había sido elegido en más de tres minutos. Deseaba que el día pasara rápido, o que mis expectativas cambiaran y así podría pasar un día feliz. Claramente estaba siendo superficial con el tema de los regalos, pero para que mentir, era cierto. No es que todo estuviera mal, si no que estaba desordenado, estaba perdida sin poder encontrar un rumbo a donde ir, indecisa porque el año que viene tendría que elegir parte de mi futuro y eso era estresante, y cumplir años sólo suponía una carga más, un año más de responsabilidades y escuchar ese continuo "Eres muy mayorcita para esto" No quería escuchar eso, no quería ser mayor para nada, quería seguir siendo una niña, porque claramente los adultos tienen más preocupaciones, y trabajan, y no sonríen y están de mal humor. Los adultos se preocupan por el dinero, por las facturas y por la felicidad de sus hijos, sin ocuparse antes de las suyas. Eran aburridos y yo no quería ser como ellos, quería quedarme en mi pequeño colegio donde me sentía arropada, no quería salir de allí, no quería estudiar un grado superior en otro sitio, ni entrar en bachillerato, ni ir a la Universidad, y mucho menos trabajar. Quería quedarme oliendo a pinos y conociendo a todo el mundo. Quería volver a los tiempos en los que tras terminar las clases escalávamos los montes y nos intentábamos miles de historias sobre las personas que podrían haber estado allí, y salíamos corriendo del miedo, quería volver a revolcarme en los tréboles los días de lluvia, y el verano jugar a una guerra de agua en las fuentes.

En pocas horas cumpliría los 16 y sólo pensaba en el pasado, y en el futuro, haciendo así una mezcla de tiempos que me ha estaba volviendo loca.