De nuevo Mayo.

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Y tú... estabas allí, con la mirada perdida bebiendo cerveza como si el mundo se acabase.

Hacia frío, y tus ojos... y mis ojos... No podría distinguir cuál era cada uno. Estabas en los míos y yo en los tuyos.

El deseo por escuchar tu voz de nuevo quemaba tal como cualquier cerilla sin apagar, la cerilla que ha estado en mi corazón durante años, sin dejarme respirar.

Te caes de mis brazos, te escapas a cada paso que das... No puedo sostenerte si tú no quieres. No recuerdas nada, o lo haces y no quieres hacerlo, lo malo es que nunca has tenido problemas de memoria, entonces entiendo, comprendo y sé todos los secretos por los que no lo haces. Soy débil, y tú... tú podrías haberme protegido. Soy una cabezota, y tú... tú podrías haberme besado cada vez que se me metía algo en la cabeza, para sacarlo de ese maldito lugar en el que no ocurre nada bueno.

Te he necesitado más que a nada en este tiempo, pues me caía, me caía al vacío sin ni siquiera alas del demonio. No estabas, y me caí. Mi piel tiene restos morados y cicatrices de sangre seca de las que mi corazón tiene envidia, pues él, oh, pobre corazón que está totalmente partido por la mitad.

Tú sigues consumiendo tu cerveza, y tu cuerpo... tan relajado, ya no tiene nada que ver con migo.

Mis piernas flojean, definitivamente te has caído de mis manos, y creo que eso me ha dolido más que a ti, dejándome un rastro de tu olor por todo mi cuerpo, haciendo que quiera arrancarme la piel para no recordarte.

Ya no estás, te fuiste, y yo... seguiré aquí, intentando recomponer lo que destrozaste.

Pedazos de almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora