Bares de consumición.

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Cuando estoy feliz me preguntan si estoy borracha. Es lógico, siempre he buscado la felicidad en el fondo de las botellas de whisky.

Mi aliento es delicado, pues mi cuerpo se encuentra enyesado, recompuesto sin quererlo y con melancolía triste de revisar lo que perdí en cada pequeño escalón de mi pasado. Es mejor no pensarlo, seguir adelante y encontrar nuestra filosofía de vida, con la que alejemos a todos de nosotros, menos a las personas que de verdad quieren estar. Es débil decir que perdí, y que extraño lo que me extirparon, por eso no lo diré.

La noche es joven, o eso dicen. Las calles están mugrosas, la mugre hace resaltar mis ojos, y mis ganas de elevar los brazos y que se queden sólo los que lo entiendan. La mugre hace resaltar nuestras mejillas, nuestras rojas mejillas llenas de dolor pasado.

El tiempo trae consigo tiritas y vendas para los corazones desangrados a la orilla de las barras de un bar, consumiendose en cada sorbo porque no tienen nada mejor que hacer, les trae salvación y a algunos hasta les devuelve la posesión de su órgano. Pero el tiempo tarda, como hacen los relojes, mi tiempo es más rápido, o mi deseo de tiempo, lo único que sé es que tarda el doble de lo que te esperas, y desesperas.

Tal vez estoy feliz porque estoy borracha, o estoy borracha porque he bebido ochenta copas de ti, pero eso es sólo una triste suposición que desgraciadamente es mentira.

Mi cuerpo se consume en cada brote de adrenalina, porque en eso consiste vivir, nos consumimos en lo bueno y en lo malo hasta morir, cada uno elije donde hacerlo. Brotes y brotes de consumición, de no parar de crecer y de empezar a envejecer.

La vida es un misterio, para algunos el misterio está en el comienzo, para otros en el final, para mi está en no saber mi estado de ebridez cuando quiero consumirme en los ojos de la gente, y si estoy muriendo.

Pedazos de almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora